80EvaEstaba sentada junto al fuego del altar sagrado, aun sintiendo cómo la voz de Nymeria reverberaba en mi pecho como un eco ancestral. Escarlata y Fiorella me miraban sin decir nada al principio. Sabían que algo había despertado… lo sentían en el aire, en la forma en que mis ojos brillaban plateados, como si la luna misma me observara desde adentro.—Ella habló, ¿verdad? —preguntó Escarlata, con la voz suave y respetuosa.Asentí lentamente.—No es solo mi loba. Es Nymeria… la primera hija de la Diosa Selene.Fiorella soltó un suspiro reverente, y sus ojos se humedecieron con emoción.—Esto no pasa en milenios —dijo ella, con voz ronca—. ¿Qué te dijo?Respiré hondo, recogiendo cada palabra como si fuera un fragmento sagrado del universo.—Ella… se enamoró de Cerverus hace más de quince mil años. Lo protegió… y él la salvó de Hades. Él fue castigado por eso. Y antes de que todo se perdiera, Nymeria huyó al mundo humano en forma de loba y unió su alma a un hombre bueno. De esa unión
81🌕 EvaLa noche cayó como un velo pesado sobre la tierra. No era una noche cualquiera. El aire vibraba, espeso, cargado de energía, como si el mismísimo universo estuviera conteniendo la respiración. Afuera, sobre la colina sagrada donde los antiguos rituales eran aún respetados, todo estaba dispuesto.El círculo había sido trazado con sal lunar, pétalos de lirios negros y cenizas de hueso de guardián. Escarlata y Fiorella cantaban una letanía en una lengua antigua que parecía retumbar en mis huesos, mientras yo, vestida de blanco y con la sangre de Magnus aun recorriendo mis venas, permanecía en el centro del círculo, de rodillas.Mina estaba a mi lado. O, mejor dicho, Nymeria. Ahora lo sabía. La primera hija de Selene. La loba que, por amor, caminó entre los humanos y dio origen a nuestra especie. Y más importante aún… la única que conocía el camino de regreso al alma de Cerverus.—Debes tener cuidado, Eva —dijo Nymeria con voz grave, su forma etérea ahora luminosa, majestuosa—.
82EvaHoras antes…Poco después, la puerta se abrió con un leve crujido, y el inconfundible aroma de Orión llenó la sala. Le lancé una mirada rápida mientras él se acercaba, con su porte recto, el uniforme manchado por la batalla, y el peso del deber sobre los hombros.Se quedó en silencio unos segundos, mirándonos… a mí, envuelta en una bata hospitalaria, y a Magnus, aún inmóvil. Luego se arrodilló frente a mí, como si necesitara bajarse al nivel emocional en el que yo me encontraba.—Luna… —dijo suavemente—. Sufrimos otro ataque de los pícaros, estamos bien. Con muchas bajas, pero Noctis Semper sigue en pie.Me costó un segundo reaccionar.—¿Cuántos…?—Tres muertos. Trece heridos de gravedad, todos en recuperación. Las familias han sido notificadas. Pero logramos repeler el ataque. Ellos huyeron, lo que nos da tiempo… aunque no sé cuánto.Asentí con lentitud. Dolía. Pero podía haber sido peor.—¿Y los traidores?—Identificados. Ya no están entre nosotros. —Su voz era fría en esa úl
83KristalTengo casi seis años, y sé que mi mente funciona diferente.No soy como los demás niños de la manada.Ellos leen cuentos de dragones y hadas...Yo leo libros de física.Y me gustan.Me gusta entender cómo funcionan las cosas, cómo late el universo.Mi mamá dice que soy superdotada. Que papá y ella me hicieron con mucho amor, y que por eso soy especial.No sé si sea cierto, pero me gusta pensar que sí.Corrí por el pasillo, descalza, sintiendo el suelo frío bajo mis pies. Llegué al cuarto de papá y arrastré un taburete hasta su cama para poder alcanzarlo. Me subí con cuidado, sin hacer ruido, como mamá me había enseñado cuando alguien necesita sanar.Me incliné sobre él, revisándolo como había visto hacer a los médicos. Sobre todo, su herida, la que había puesto en peligro su vida.Estaba sanando.Más lento de lo que debería, considerando su sangre de lobo… pero era mejor de lo que había avanzado en los últimos días. Especialmente desde que mamá le donó de su propia sangre.
1 Evelyn Hoy comienza el mes más importante del año para nuestra especie, los hombres lobo. Incluso para nosotros, los esclavos, es un tiempo de cambio… aunque no siempre a nuestro favor. —Evelyn, vamos, apúrate o nos van a castigar si nos retrasamos —me urgió Olga, otra de las esclavas con la que compartía cuarto. Su voz era un susurro nervioso, pero el miedo en sus ojos hablaba por sí solo. Apenas tuve tiempo de cepillarme los dientes antes de salir corriendo con ella, bajando las escaleras de piedra fría que conducían al gran salón. El aire estaba cargado de tensión, como si todos aguardaran algo. O alguien. —Allí estás, esclava —escupió una voz áspera y llena de desprecio— deja todo impecable, mugrosa —dijo de forma despectiva. Mi cuerpo se tensó de inmediato. No me llamaban por mi nombre, los esclavos no tenían nombre, siempre llamados mugrosa, desgracias o malditos…. Casi cualquier nombre despectivos que ellos quieran. No hacía falta alzar la vista para saber q
2EvelynLas risas sofocadas y las miradas burlonas estaban ahí, como siempre. La gente quería seguir divirtiéndose a costa de la loba muda de la manada. Pero la ceremonia ya había comenzado, y se suponía que todos los lobos machos debían mantenerse al margen mientras las lobas se desnudaban y caminaban hacia lo profundo del bosque para buscar a sus posibles compañeros.Me sentía más sola que nunca. Hace diecisiete años, una familia de delta me encontró al lado del camino. Los primeros cuatro años fueron buenos... hasta que tuvieron que ir a la guerra y caí en la miseria.Todos me veían como una niña maldita y comenzaron a llamarme así. Cuando el antiguo alfa y la Luna murieron en un accidente, las cosas simplemente empeoraron.—¿Por qué mejor no te mueres? —me decían algunos aldeanos. —Eres una niña maldita, vete. No me toques —me espetó una compañera en el colegio.Siempre tuve que esconderme, vivir en los rincones como una rata... siempre en la oscuridad.Si los omegas eran e
3Evelyn5 años despuésUn dolor sordo en mi estómago me hizo doblarme en dos en medio de la sala de estar. Los papeles que tenía en la mano cayeron al suelo.—¡Mierda! —murmuré entre dientes, sin poder evitarlo.Sofía, que estaba a mi lado, me miró con preocupación.—Creo que mi hermano está con Serena —susurró en voz baja.Desde que me convertí forzosamente en la Luna, todo había cambiado entre Sofía, la princesa de la manada, y yo, una simple esclava. El consejo de ancianos exigió que cumpliera mi papel, aunque nunca hubo una ceremonia. Pero el Alfa ya me había marcado aquella noche de luna llena.Respiré hondo, tratando de ahogar el dolor. Nunca es tan fuerte, así que sé que no es sexo… pero igual duele, y mi corazón se resiente.—Estoy bien. Lleva los papeles a la oficina y habla con el Beta para que organicen la ayuda en la frontera —dije con una sonrisa forzada.Sin esperar respuesta, giré sobre mis talones y me dirigí al despacho de Magnus. El supuesto todopoderoso.
4 Magnus Lo vi irse, y por un momento, tuve el impulso de levantarme y salir tras ella. Pero no lo hice. Serena se acercó de nuevo, y aunque mi cuerpo me pedía apartarla, no pude. La sentí en mi regazo, cálida y familiar, como una constante en mi vida. Pero algo en mí no estaba bien. Algo me hacía retenerme. "Eres un idiota", refunfuñó Cerverus, mi lobo, su voz áspera y cargada de desaprobación. "Cállate", le respondí, apretando los dientes, sintiendo cómo su queja se esparcía por mi mente. "Serena es nuestro amor, siempre lo ha sido", le recordé, aunque sabía que mis palabras no eran suficientes para calmarlo. "Solo el tuyo", contestó de mala gana, retirándose a un rincón en el fondo de mi mente, como si no quisiera saber nada más. Pero su presencia seguía allí, incómoda, incompleta. —Estás distraído —ronroneó Serena, sus palabras suaves mientras se acomodaba sobre mí. Sentí cómo su cuerpo se pegaba al mío, buscando la cercanía que solíamos tener. Pero al intentar besarme