¿Que se le habrá ocurrido a Malcolm hacer con Josephine y los niños? ¿Gael podrá salir del hueco a donde lo van a meter? ¿Que será de la vida de Josephine? ¡Pues adivinen! eso lo sabrán mañana! no se lo vayan a perder! gracias por comentar! :D
Mientras el guardia esperaba al otro lado de la puerta de la habitación de la Druida Fletcher, ella sentía un nudo en el estómago que se tensaba con cada latido. Sus manos temblorosas empacaban apresuradamente mientras intentaba mantener la calma ante sus pequeños. Metió en dos mochilas de cuero desgastado sus preciados frascos de pociones, translúcidos y con líquidos de colores que brillaban tenuemente bajo la luz que entraba desde la ventana. También guardó con cuidado los ingredientes para el inhibidor de olor que siempre usaba en sus hijos —vital para su supervivencia— junto con varios libros que consideró más importantes, sintiéndose triste porque no podía llevarse todos.Josie dobló con ternura la ropita que estaba en mejores condiciones de sus hijos: pequeñas camisas remendadas pero limpias, pantalones que habían resistido el paso del tiempo y un par de capas para protegerlos del frío que seguramente encontrarían en Altocúmulo. No olvidó las muñecas de trapo de Lyra, con sus son
Con esa decisión tomada, salieron de la habitación cogiendo las dos mochilas con sus pertenencias. Zacary, queriendo demostrar su valía, insistió en llevar la más pesada a pesar de que sus pequeños hombros se doblaban ligeramente bajo el peso. Josephine cargaba la que contenía sus preciadas botellas con pociones y otros elementos frágiles, protegiéndolos como si fueran extensiones de su propio ser.Al salir al pasillo donde aguardaba su escolta el capitán Alfa, Josephine se aclaró la garganta antes de hablar:—Señor capitán, ¿podemos ir a buscar algo de comer? Los niños y yo no hemos desayunado —solicitó, manteniendo la dignidad a pesar de sentirse vulnerable en aquel vestido ajeno a su identidad de druida.El capitán exhaló un suspiro fastidiado y cuando estaba a punto de responder, el sonido de pasos apresurados llenó el corredor. Aparecieron cinco druidas, avanzando con prisa hacia ellos. Entre el grupo destacaba Helen, la mujer que había sostenido la mano de Josephine durante el di
El tiempo pareció estirarse mientras salían del pueblo. Cuando finalmente llegaron al punto de embarque del dirigible, divisaron a Malcolm en la distancia. Estaba cruzado de brazos, con su silueta recortada contra el cielo algo nublado, esperándolos en el exterior del transporte volador. El viento azotaba con fuerza en aquella área elevada, ubicada en un punto alto fuera del pueblo del Distrito Corona de Niebla. Josephine reconoció el lugar con un escalofrío que recorrió su espalda: era exactamente el mismo punto desde donde la habían arrojado once años atrás, cuando la lanzaron a su suerte en las Tierras Bajas.La ironía no escapaba a su entendimiento. Ahora era Malcolm quien la llevaba de vuelta, once años después, con los hijos que él desconocía como suyos. Él se había convertido en otra persona, en un Lord Alfa, un hombre lobo de poder. La situación no podía ser más extraña desde su perspectiva; ni en sus sueños más descabellados hubiera imaginado eso que estaba viviendo ahora.Con
En el momento que Malcolm pronunció esas palabras, Josephine sintió que el mundo se detenía a su alrededor. El suave ronroneo del dirigible subiendo hacia las nubes se convirtió en un zumbido distante mientras su corazón daba un vuelco. Era simplemente imposible aceptar un trato así; significaba entregar todo lo que amaba, toda su vida que eran sus hijos. Era como un suicidio del alma.—No —fue lo único que pudo decir Josephine, con la voz quebrada por la conmoción.Malcolm se volteó a mirarla, entrecerrando sus ojos, perplejo.—¿No? —su tono sonaba incrédulo—. ¿Acaso... te estás negando a la propuesta que te estoy haciendo?Josephine inspiró profundamente, reuniendo el valor que creía perdido hace tiempo.—Sí, me estoy negando —declaró con firmeza—. No vas a adoptar a mis hijos —sus palabras salieron claras a pesar del nudo en su garganta—. De hecho, quiero regresar a las Tierras Bajas. Ni mis niños ni yo pertenecemos a Altocúmulo.Al oír eso, el rostro de Malcolm se transformó. Sus r
—Te llevaré al Monasterio —declaró Malcolm con voz áspera—. ¿Acaso estás negándote a una orden directa de un Lord Alfa? —sus ojos brillaron con una frialdad que Josephine nunca había visto en ellos—. Podría incluso encarcelarte si lo deseo.Las palabras golpearon a Josephine como el vapor ardiente de una caldera. Cerró sus ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas que amenazaban con traicionar su determinación.—Bien, déjame ahí en el Monasterio Altocúmulo. Yo me las arreglaré —dijo, abriendo los ojos para enfrentarlo. Su mirada, llena de un fuego que ni las alturas podían apagar, se encontró con la de él. En ese instante, Malcolm tenía una expresión extraña en su rostro, una sonrisa torcida que no llegaba a sus ojos, como si supiera algo que ella ignoraba—. ¿Por qué me mira así? ¿Qué le parece tan gracioso? ¿Qué no me está diciendo?—No te estoy ocultando nada, Druida Fletcher… —dijo Malcolm con seriedad, pero su voz tenía un matiz extraño, como si hubiera algo más detrás de s
Conforme avanzaban, los ojos de Josephine, Lyra y Zacary absorbían cada detalle del puerto donde habían descendido. Era un verdadero espectáculo de ingeniería y belleza: dirigibles de diversos tamaños y colores poblaban el cielo, algunos aterrizando con gracia, otros elevándose hacia otros destinos, quizás las otras islas de los Dominios Elevados. A pesar de ser un puerto, el área resplandecía con pisos de piedra pulida que brillaban bajo el sol, árboles ornamentales estratégicamente dispuestos ofrecían sombras refrescantes, y en el ambiente se sentía toda esa actividad constante.Josephine notó que la mayoría de los transeúntes eran notablemente altos y atractivos, probablemente hombres lobo Alfa nobles, por su porte y movimientos. Entre ellos caminaban druidas con túnicas que ondeaban al viento: algunos en rojo intenso, otros en verde bosque, y varios en azul profundo. Estaban en la tierra de los poderosos, y se notaba en cada detalle que vieran.Las mujeres lucían vestidos elegantes
TREINTA MINUTOS DESPUÉSEl Monasterio Altocúmulo emergió ante ellos en toda su imponente majestuosidad. Era tan descomunal que hacía que el Monasterio Niebla pareciera una casita de barro en comparación. Este se encontraba construido con piedra caliza blanca que resplandecía bajo el sol, y sus torres se elevaban hacia el cielo como dedos gigantescos que intentaban tocar las nubes.Para alcanzar las enormes puertas principales, labradas con símbolos antiguos y protegidas por gárgolas de piedra vigilantes, debían ascender por una amplia escalinata que parecía no tener fin. El camino hacia dichas escaleras estaba flanqueado por árboles de un verde intenso que se mecían suavemente con la brisa, creando un túnel de sombras frescas.El conjunto resultaba tan abrumador e intimidante que los niños se encogieron involuntariamente, y sus pequeños hombros se hundieron como si quisieran hacerse invisibles.—No me gusta aquí, mami... —susurró Zacary, olvidando su anterior actitud de chico valiente.
Malcolm permaneció clavado en su sitio por un momento, como una estatua de piedra, pero luego, impulsado por una fuerza que no podía nombrar o comprender, los alcanzó en dos largas y decididas zancadas.—Toma el anillo —insistió el Alfa con voz tensa—. Sé que me necesitarás. ¡No seas terca, mujer! —las últimas palabras surgieron como un gruñido desde lo profundo de su garganta.—¡Te dije que no lo necesito! —respondió ella, destellando una furia que no quería o más bien, no podía disimular—. Ya vete. Regresa con tu esposa, debe estar esperándote... —añadió Josephine, incapaz de contener el veneno de celos que impregnaba sus palabras.Malcolm gruñó, y fue un sonido primitivo y gutural que hizo que los mellizos se estremecieran. Apretó los puños hasta que sus nudillos se tornaron blancos mientras la vena de su sien palpitaba visiblemente. Vio cómo Josephine una vez más reanudaba su marcha hacia el monasterio. Ya estaban cerca, comenzando a subir los primeros peldaños de la escalinata de