289.
Narra Ruiz.
No hay nada más cruel que un sobre blanco con una estampilla sin matasellos.
Porque no te dice de dónde viene.
Solo que alguien sabe dónde estás.
El sobre estaba bajo la puerta del departamento, entre la alfombra persa y la sombra de mis dudas. Nadie lo vio dejarse. Ninguna cámara lo captó. Y eso es lo que más me inquieta. Porque el tipo no solo es cuidadoso. Es audaz.
Abro el sobre sin apuro.
Adentro hay solo tres cosas:
Una fotografía de Dulce, tomada desde lejos, en lo que parece una plaza. La nena lleva una campera rosa, el pelo desordenado y la mirada perdida. Está comiendo algo, tal vez un helado, tal vez el miedo. No hay sangre. No hay marcas. Solo ese instante congelado donde parece viva, pero no segura.
La segunda imagen me perfora más que la primera.
Brisa.
Tirada.
Muerta.
Congelada en una última expresión que no puedo leer.
¿Dolor?
¿Culpa?
¿Furia?
Todo y nada.
La foto no muestra cómo murió.
Muestra cómo dejé que muriera.
Y el tercero…
es un papel doblado en cuat