—No podías quedarte tranquilo si no lo hacías— la voz de Asher hizo que Vladimir dejar de entrelazar el hilo de metal para verlo.

—Le pedí permiso a tu hermano. Solo recalcó que siguieran con vida. Creo que hasta le gustó la idea— contestó el heredero de Harmonía, quien sintió la sangre correr entre sus dedos, y en lugar de detenerse, terminó de anudar las puntas para luego bajar un peldaño de la escalera que había usado.

Trumble temblaba con sudor corriendo por su frente. El dolor era un demonio que se movía por todas sus extremidades, recordándole que estaba con vida. El derecho a morir se le negaba.

Sus fuerzas lo abandonaban, tanto como sus ganas de abrir los ojos, porque sabía que todo lo que sentía en su cuello y brazos era real. Ese metal incrustado en su piel, la sangre deslizando por el hilo entrelazado en su carne, era verdad, y lo vería en su hermano también. Porque esos gritos desgarrados eran por ello.

La debilidad le pedía rendirse. Royce quería morir. Necesitaba mor