Capítulo 38. Un método inusual.
—No hay muchos taxistas que se arriesguen a quedarse atascados en el tráfico— añadió Johan.
—¿Te pregunté?— cuestionó sin ocultar el enojo.
—No, pero te ahorro el estar de pie esperando algo que no pasará— dijo Johan viéndola sin pudor alguno.
—Siempre con tus maldit@s certezas, como si el mundo girara según lo que dices. Déjame equivocarme, Johan, que al menos es mi error, no uno de los tuyos.
Necesitaba arrancarse la frustración.
Él arqueó apenas una ceja, cruzando los brazos con esa calma que le daba más rabia a ella. Pero él solo la analizaba.
—Tienes tanto empeño llevarle la contraria al mundo que buscas discutir por todo hoy— ella se giró de nuevo. —¿Cuál es el enojo ahora?
—No se trata de tí. No te ilusiones— siguió caminando, mientras él la veía devolverse. —No me sigas.
—No lo haré— le miró la boca, esos ojos rojos que antes eran por otros motivos, pasando al cuello que recordaba de otra manera.
—Deja de verme— espetó al sentir que tenía los ojos del tipo en la espalda.