Capítulo 116. Indiscutible.
Con el pasar de los días Salomé vio a su hermana y a Vito volverse más amigos con los escoltas, salvo con Eleazar, a quien entendía por que Théa no mostraba ningún ápice de consideración. Él no la soportaba y ella demostraba que correspondía ese sentimiento.
Vito, sin embargo, era más asiduo en sus muestras de amabilidad con la rubia que se quedaba hasta altas horas de la noche en vigilancia. Y constantemente, se le podía ver al amigo de Salomé acompañándola antes de que ella se moviera de sitio.
Salomé veía cada día como Vito sonreía con simples miradas, aunque no quiso entrometerse. Las horas no eran suficientes para descansar, seguir con el librero que ya había cambiado todos sus títulos y ingerir un poco de comida que le devolviera la energía, porque si antes soportaba largas conversaciones con Johan, ahora de quedaba dormida pronto, al punto de tener que disculparse.
No obstante, con Johan sucedía exactamente lo mismo. Su día era muy corto para todas las obligaciones que en es