Sospechas.
Sara se detuvo en el vestidor con las manos temblorosas mientras ajustaba el delicado broche de su blusa color crema.
En el espejo, su reflejo parecía el de otra mujer, con el cabello perfectamente peinado, el maquillaje impecable y la postura elegante y erguida, como si estuviera lista para una velada tranquila.
Sin embargo, nadie podría imaginar que, bajo esa fachada de serenidad impecable, su corazón latía con violencia, golpeando contra su pecho como un tambor de guerra que anunciaba la batalla que estaba por librar.
Esa noche debía interpretar el papel más peligroso de su vida.
Luciano había empezado a sospechar que había un traidor en la casa, alguien que filtraba información a Catalina.
Aunque Sara no tenía pruebas de que él supiera que era ella, la forma en que la había citado esa noche, con palabras ambiguas y un tono demasiado controlado, había encendido todas las alarmas en su interior.
Cada fibra de su ser le gritaba que era una trampa, pero no tenía opción, debía asistir