Capítulo 107 «De cobardes»

—No tengo nada que hablar contigo —dijo Valeska de inmediato, sin alzar demasiado la voz, pero con la misma firmeza con la que se ponen límites a un incendio.

Lisandro la miró con el alma rota y la voz atrapada en la garganta. No suplicó, no se arrodilló, no hizo un escándalo. Solo la miró. La miró como si el tiempo retrocediera y, por un instante, en esa banca, en ese parque, en ese pedazo de mundo que alguna vez fue de ellos, nada más existiera. Solo ella. Solo él. Solo el deseo contenido de decir lo que durante tanto tiempo había callado.

Y ella lo notó. Lo notó porque su respiración se hizo más lenta, porque un suspiro se le escapó antes de que pudiera detenerlo, y porque en el fondo de esos ojos oscuros, tan ajenos y tan suyos, seguía reconociendo esa mirada que no supo olvidar.

—Cinco minutos —murmuró finalmente—. No más.

Fabricio se levantó de la banca con una sonrisa despreocupada, tomando a Adrián en brazos con tanta naturalidad que el niño ni protestó. Le dio un leve golpeci
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