La mañana transcurrió con intensidad. La reunión fue un éxito rotundo. El contrato que firmaron con una de las empresas más influyentes del sector sentó las bases para un periodo de trabajo exhaustivo y desafiante. Los dedos de Erika danzaron rápidamente sobre las hojas de la presentación, y su capacidad para lidiar con los más altos ejecutivos del mercado era admirable. Sabía exactamente cómo jugar sus cartas y cómo llevar cada conversación a su terreno sin dar un paso en falso.
Sin embargo, a medida que la jornada avanzaba y la tensión se apoderaba del ambiente, la sensación de estar lidiando con algo mucho más grande que solo contratos y números comenzó a asentarse en su pecho. A medida que la última firma se plasmaba en el documento final, Erika respiró hondo. El contrato estaba sellado, pero su mente seguía atrapada entre los recuerdos de esa conversación incómoda con Damián.
Al finalizar la jornada, Erika se levantó de su escritorio, su cuerpo un poco más cansado de lo usual, su