El silencio que se instala entre ellos es espeso, cargado de emociones no expresadas, de promesas rotas y recuerdos que ahora solo sirven para señalar lo que se ha perdido. Damián, por primera vez en mucho tiempo, no tiene respuestas. Solo la sensación de que todo lo que había dado por supuesto había desaparecido. Y con ello, su esperanza de recuperar lo que una vez tuvo.—Pero luego... —su voz se quiebra por un momento, como si las palabras se resistieran a salir. Erika se detiene, su mirada fija en el horizonte, como si buscara alguna respuesta que aún no había llegado. La vulnerabilidad en su expresión es tan fugaz como un suspiro, pero suficiente para que Damián, que la observa en silencio, sienta una punzada en el pecho.Erika suspira profundamente antes de seguir, su tono más firme, aunque la tristeza aún empañe sus palabras: —Luego, las cosas cambiaron. Tú, que alguna vez fuiste mi apoyo, mi compañía constante, comenzaste a alejarte de mí. No esencialmente, pero sí emocionalme
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