Él ya había notado que su relación estaba en crisis. Algo en el aire había cambiado, en el tono de su voz, en sus gestos, en las miradas que ya no se cruzaban con la misma intensidad. Las conversaciones que antes fluían con facilidad se habían convertido en intercambios vacíos, llenos de silencios incómodos y palabras no dichas. Damián lo sabía, aunque se había empeñado en ignorarlo. La distancia entre ellos había crecido de manera casi imperceptible, pero, ahora, el vacío era evidente. No necesitaba más pruebas, no quería más confrontaciones. Había algo en ella que ya no era tan accesible, algo que lo mantenía a la orilla, fuera de su alcance.
A medida que pasaban los días, se dio cuenta de que, si bien las cosas entre ellos no estaban del todo perdidas, él ya no era el mismo para ella. La había visto reaccionar de manera diferente ante sus comentarios, su paciencia parecía haberse agotado y sus ojos ya no brillaban con la misma devoción que una vez tuvieron. La sensación de pérdida