**ÚRSULA**
Era él. Klaus. Su presencia, su voz, la forma en que siempre parecía saber exactamente qué decir, qué hacer. Todo en él despertaba en mí una sensación que no podía definir con claridad, pero que me mantenía en un estado de expectación constante.
Giré en la cama, sintiendo el calor atrapado en mis sábanas, un reflejo de la agitación que llevaba dentro. Era absurdo. Había pasado tanto tiempo preocupada por escapar, por sentirme libre, por dejar atrás el control de mi padre… y ahora, aquí estaba, incapaz de dormir porque mi mente no podía apartarse de Klaus.
Recordé cómo me había mirado antes de entrar a mi habitación, la intensidad de su mirada, la seguridad con la que siempre se movía. Había algo en él que me atraía, algo que me hacía querer acercarme más, descubrirlo más allá de la calma que siempre proyectaba.
Suspiré, exasperada, conmigo misma. No entendía por q