**KLAUS**
La ciudad vibraba con su energía imparable, y en medio de todo, Úrsula y yo nos abríamos camino hacia lo que venía después. Y eso, más que cualquier otra cosa, me llenaba de satisfacción.
Las calles de Las Vegas brillaban con sus luces incansables mientras conducía hacia el hotel donde nos hospedaríamos. Úrsula observaba por la ventana con fascinación, como si el caos vibrante de la ciudad la envolviera en una realidad completamente nueva. Su sonrisa, aunque tenue por el cansancio del viaje, me confirmó que todo iba según lo planeado.
—Este sitio es una belleza.
—Me alegra que te guste.
Cuando llegamos, bajé del auto y abrí la puerta para ella. No era solamente cortesía, era parte de lo que debía hacer: mostrarle que tenía a alguien que la protegía, que estaba a su lado para cuidarla en todo momento. La entrada del hotel estaba iluminada
**ÚRSULA**Era él. Klaus. Su presencia, su voz, la forma en que siempre parecía saber exactamente qué decir, qué hacer. Todo en él despertaba en mí una sensación que no podía definir con claridad, pero que me mantenía en un estado de expectación constante.Giré en la cama, sintiendo el calor atrapado en mis sábanas, un reflejo de la agitación que llevaba dentro. Era absurdo. Había pasado tanto tiempo preocupada por escapar, por sentirme libre, por dejar atrás el control de mi padre… y ahora, aquí estaba, incapaz de dormir porque mi mente no podía apartarse de Klaus.Recordé cómo me había mirado antes de entrar a mi habitación, la intensidad de su mirada, la seguridad con la que siempre se movía. Había algo en él que me atraía, algo que me hacía querer acercarme más, descubrirlo más allá de la calma que siempre proyectaba.Suspiré, exasperada, conmigo misma. No entendía por q
**KLAUS**La puerta del baño seguía cerrada, y por un momento, me quedé en silencio, observando el lugar donde Úrsula había desaparecido en cuestión de segundos. Su reacción fue inmediata, casi impulsiva, como si la sola idea de estar expuesta la hubiera llevado a huir sin pensar. Sonreí para mí mismo, con una mezcla de diversión y paciencia.Ella tenía una valentía que no se podía cuestionar. Después de todo, había dejado atrás toda su vida, había enfrentado el miedo de escapar, había elegido la incertidumbre en lugar de la opresión. No cualquiera tomaba una decisión así. Pero al mismo tiempo, era tan… infantil en ciertas cosas. En la manera en que se avergonzaba con facilidad, en cómo aún no sabía manejar algunos de sus propios impulsos.Di un paso más cerca de la puerta del baño, apoyando una mano contra el marco sin tocarla, sin presionarla a salir. Sabía que si insistía demasiado, ella se encerraría más en su propia incomodidad. Y lo último que quería era que se sintiera vulnerad
**KLAUS**Y mientras el silencio de la madrugada me envolvía, supe que Úrsula estaba cada vez más cerca de donde quería que estuviera.Apenas crucé la puerta de mi suite, el cansancio del viaje y el peso de todo lo que había ocurrido comenzaron a asentarse en mis hombros. Cerré la puerta con calma, exhalando profundamente mientras recorría la habitación con la mirada. Todo estaba en orden, tal como debía estar. Pero sabía que la paz nunca duraba demasiado cuando los hilos de un plan como el mío empezaban a tensarse.El sonido de mi celular vibrando sobre la mesa me sacó de mis pensamientos. Lo tomé sin prisa, observando el nombre en la pantalla. Pablo. Mi padre adoptivo, el único hombre que realmente me había enseñado lo que era moverse en este mundo con inteligencia, con precisión. Si él estaba llamando a estas horas, significaba que algo había cambiado.Deslicé el dedo por la pantalla y llevé el teléfono a mi oído.—Pablo.Su voz no tardó en irrumpir con una mezcla de gravedad y urg
**KLAUS**Hubo una pausa al otro lado de la línea, solo unos segundos, pero suficientes para confirmar que entendía la importancia de la orden.—¿Qué tan cerca quiere que lo siga? —preguntó, finalmente, con ese tono calculador que lo caracterizaba.—Quiero saber todo. Cada movimiento que haga, cada llamada que reciba, cada reunión en la que se siente. No importa si parece insignificante.Sabía que un hombre como Diego no actuaría solo. Buscaría apoyo, movería influencias, intentaría usar cada recurso a su alcance para encontrarme. Pero el problema era que ya iba tarde.—Entendido. Me encargaré de que no dé un paso sin que lo sepamos.Sonreí levemente, satisfecho. Martín sabía lo que hacía, y no dejaría que Diego se moviera sin que yo tuviera cada detalle antes que él mismo supiera qué estaba haciendo.—Mantente en contacto. Quiero informes constantes.—Lo tendrás.La llamada se cortó y dejé el teléfono sobre la mesa, cruzando los brazos mientras observaba la noche que se extendía sobr
**KLAUS**La paciencia siempre ha sido una virtud mía. He esperado, he guiado, he construido cuidadosamente cada paso para que todo saliera como debía. Pero después de una semana en Las Vegas, después de observar a Úrsula envolverse en su burbuja de libertad sin notar el peligro que acechaba, supe que el momento de un cambio drástico había llegado.Así que lo hice.La noche estaba tranquila, el restaurante iluminado con una luz tenue que hacía que todo pareciera más íntimo, más controlado. Úrsula estaba frente a mí, disfrutando su cena, completamente ajena a lo que estaba por decirle.Me acomodé en mi asiento, dejé el tenedor sobre el plato con deliberada calma, y la miré fijamente antes de hablar.—Tu padre te está buscando. —Mi voz fue directa, sin rodeos.La expresión en su rostro se desmoronó en cuestión de segundos. Sus ojos se abrieron un poco más, sus labios se separaron apenas, y su respiración se hizo más contenida. Ahí estaba el miedo que había estado ignorando.No le di tie
**KLAUS**Sus ojos, llenos de incertidumbre segundos antes, se encontraron con los míos. En esa mirada, pude discernir una aceptación silenciosa, una capitulación sin palabras a la situación. Parecía resignada a su destino.Una sonrisa se dibujó en mis labios. Sabía que la victoria era inminente, que el tiempo jugaba a mi favor. El camino estaba allanado. De regreso a la suite, mientras nos deteníamos frente a la puerta, justo antes de despedirme de ella, una idea cruzó mi mente. Una posibilidad que no había considerado antes.—¿Te importaría que pasara un instante? —pregunté, buscando disimular mi repentino interés.—Por supuesto, adelante, entra —respondió ella con una confianza que me sorprendió. Parecía no sospechar nada, o tal vez simplemente no le importaba.Me acomodé en el sofá, buscando una posición relajada. La invité a sentarse a mi lado con un gesto sutil de la mano. Sonreía con timidez, un rubor delicado coloreando sus mejillas cada vez que me acercaba, demostrando que aú
**KLAUS**Con la urgencia que me dictaba esa sensación, me dirigí casi de inmediato al cuarto de baño. Necesitaba desesperadamente encontrar una manera de aplacar esa excitación que crecía dentro de mí. Entré rápidamente a la ducha, girando la llave hasta que el agua fría comenzó a brotar. El propósito era claro: necesitaba serenarme, bajar las revoluciones, ya que la fuerza de esas emociones amenazaba con desbordarme. Temía profundamente que esa sensación me dominara por completo, perdiendo toda compostura y actuando de una manera que luego lamentaría.La bata de dormir descansaba sobre mis hombros, el suave tejido apenas perceptible contra mi piel mientras me apoyaba en el marco del ventanal, observando las luces interminables de Las Vegas. La ciudad vibraba con su energía imparable, con su eterna promesa de caos disfrazado de glamour.Pero mi mente estaba en otra parte. Úrsula.Desde el primer día, todo estuvo calculado. Cada palabra, cada gesto, cada decisión, todo con el propósit
**ÚRSULA**El sonido del cristal rompiéndose resonó en la sala como un grito contenido. Allí estaba él, Klaus Weber, de pie entre los fragmentos de una copa caída, con esa mirada que combinaba arrogancia y misterio. Desde el momento en que nuestros ojos se cruzaron, supe que mi vida, tan ordenada y predecible, estaba a punto de incendiarse. Pero lo que no sabía era si él sería la chispa que me consumiría o el fuego que finalmente me liberaría.Diego, mi padre, lanzó una mirada severa hacia Klaus, pero él no se inmutó. Parecía tan seguro de sí mismo, incluso mientras un camarero apresurado intentaba limpiar los cristales bajo sus pies. Mi padre siempre tenía una habilidad especial para juzgar a las personas, y con Klaus, su expresión era clara: desconfianza absoluta. Yo, sin embargo, no podía apartar la vista de él. Había algo en su manera de estar allí, como si no perteneciera, pero, al mismo tiempo, dominara por completo la sala.—¿Estás bien? —pregunté impulsivamente, ignorando la m