EPILOGO

**ÚRSULA**

El viento era suave aquella mañana. No hacía frío, pero igual llevaba una manta sobre los hombros. La costumbre de protegerse se queda contigo, incluso cuando ya no hay peligro. El jardín había florecido. Por fin. Después de años de invierno emocional, de pérdidas, de traiciones y amenazas, el suelo había cedido.

Y todo lo que habíamos sembrado… empezaba a nacer. Estaba sentada en la banca de piedra que daba al naranjo. El mismo que mi madre había plantado cuando yo era niña.

El mismo que, según decía, no daba fruto porque la casa estaba enferma. Hoy tenía flores blancas.

Ahora, por primera vez, olía a vida. Escuché los pasos detrás de mí. Supe que era Klaus antes de que hablara. —¿Y nuestra heredera?

—Durmiendo. Con el ceño fruncido. Como tú, cuando no confías en alguien.

Él sonrió y se sentó a mi lado. Me rodeó con el brazo. Y en ese gesto, encontré todo lo que alguna vez pensé que jamás tendría: paz. —¿Te imaginaste este final? —me preguntó.

—No. Nunca. Pensé que iba a m
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