**KLAUS**
No fue casualidad. No fue suerte. Llegar hasta ella fue una guerra silenciosa, una travesía en la que cada paso estuvo sembrado de rabia, paciencia… y amor.
Desde el día en que la arrancaron de mi lado, supe que no podía quedarme quieto. Sabía quién estaba detrás. Sabía lo que Diego era capaz de hacer. Pero también sabía algo más profundo, más poderoso: que yo no podía vivir sin ella.
Contraté a los mejores. No matones. No improvisados. Gente que sabía moverse sin dejar huella. Inteligentes. Letales si era necesario. Se infiltraron en cada espacio, se disfrazaron de vecinos, de proveedores, de sombras inofensivas. Estudiaron sus rutinas. Sugirieron movimientos, conversaciones. Hicieron temblar las certezas de Diego sin que él lo notara.
Lo cercamos. Sin tocarlo. Mirella fue la primera grieta. La sobrina obediente. La niña perfecta. Ella no tenía el temple de su tío, ni el corazón para cargar con los secretos que le encomendaban. Solo fue cuestión de enviarle la duda justa, e