CAPÍTULO 74
IGNACIO
Sé que no debería estar aquí, lo sé. Pero la curiosidad puede más que mi prudencia, más que mi sentido común. Desde el momento en que supe que Monserrat tendría una reunión con Julian Owen, no pude resistir la tentación de subir a su oficina. No era necesario, la agenda estaba clara y yo debería estar en otro piso atendiendo a mis propios compromisos, pero algo me empuja hacia esa puerta.
He visto cómo él la mira. Ese brillo en sus ojos no se le puede escapar a nadie: es deseo, puro y directo. No puedo negarlo, confío en Monserrat plenamente, en su carácter firme, en su amor hacia mí. Pero en él… en él no confío ni un poco. Esa mirada lo delata, como si cada movimiento de Monserrat lo hipnotizara. Y yo, aunque trato de ocultarlo, no sé cómo controlar los celos que hierven en mi interior.
Me detengo frente a la puerta de la oficina. Respiro hondo, golpeo suavemente.
—Amor, ¿tienes un minuto? —Pregunto antes de entrar en su oficina.
—Adelante —responde la voz de Mons