CAPÍTULO 75
JULIAN
Salí del edificio de Belmont Motors con la frente en alto, aunque por dentro la verdad era otra. Ignacio había dicho lo que yo más temía escuchar, y lo peor era que tenía razón. Intenté mostrarme imperturbable, como si nada me afectara, pero esas palabras me taladraban la mente: Monserrat es la mujer de mi vida y la deje ir.
Quise convencerme de que no me importaba, de que era solo un recuerdo, pero ya no podía engañarme. Ella lo era. Siempre lo fue. Y me había pasado años ocultando esa verdad bajo capas de orgullo, de excusas baratas, de supuestas ambiciones que no llenaron nada.
Lo admito: viví esperando que un día ella apareciera, que golpeara mi puerta, que me buscara con la misma terquedad que yo siempre vi en ella. Pensé que nuestra historia era tan fuerte que incluso en mis errores ella iba a luchar por lo que teníamos. Pero nunca sucedió. Y ahora… ahora es evidente que no pasará. Monserrat siguió adelante, me borró de su camino, construyó una vida sin mí. U