CAPÍTULO 153
CARLOS
Tengo todo medido al centímetro. Los pasaportes en la gaveta, los vuelos comprados bajo nombres que apenas uso, una cuenta en el extranjero ya engordada con lo suficiente para vivir sin mirar atrás. La casa nueva cerca de la playa está lista; la empresa inmobiliaria me envió fotos esta mañana: cristal, piscina, distancia. Exactamente lo que necesito ahora: distancia y silencio.
Enciendo la televisión para distraerme mientras doy los últimos retoques a la maleta. Aparecen titulares, imágenes borrosas de los boxes, la ambulancia, el humo. La voz del periodista mezcla datos y especulaciones como si en la edición de la noticia no importara la verdad sino la velocidad. Veo la placa de la escudería, el casco, y me permito una sonrisa corta. Trabajo limpio. Un accidente, dicen. Desgracia. Dañan símbolos, se reacomodan fichas. Todo entra en el juego que yo monté. Lo planeé con frialdad; lo ejecutaron con precisión. Y ahora, con un último movimiento, me voy.
Llamo a Lucreci