CAPÍTULO 154
MONSERRAT
Por suerte, la recuperación de Santiago viene muy bien. Cada día que paso a verlo en el hospital lo encuentro un poco más fuerte, más animado. Las quemaduras en su rostro siguen siendo dolorosas, pero su espíritu es inquebrantable. Todos en la escudería lo visitan, le llevan flores, mensajes, y hasta Julián, con el rostro todavía sombrío, intenta sonreírle. Nadie lo dice en voz alta, pero todos sabemos que el verdadero blanco de aquel accidente era él. Y eso me hiela la sangre.
No quiero pensar en lo que hubiera pasado si aquel día hubiese sido Julián quien subiera al coche. Si el destino no hubiese intercedido a través de un simple retraso. Me asusta, me duele. Tengo tanto miedo de perderlo. No lo quiero fuera de mi vida.
La mañana transcurre tranquila en la oficina. Después de las semanas de caos, todo parece volver a una rutina aceptable. Los inversionistas se muestran esperanzados con los nuevos proyectos y la planta vuelve a operar con normalidad. Pero yo n