CAPÍTULO 135
MONSERRAT
Carlos definitivamente se tiene que ir de la empresa. Ya no queda espacio para dudas después de lo que pasó esta noche. No puedo permitir que alguien así siga formando parte de Belmont Motors. Pero aun con esa certeza ardiendo en mi cabeza, me encuentro otra vez camino al departamento de Julián, sentada en el asiento del copiloto, viendo cómo conduce en silencio. Todo es confuso. Todo.
Él quiere respuestas que no puedo darle. Yo lo quiero, siempre lo quise. Ese amor fue mutando con el tiempo, a veces más intenso, otras más callado, pero nunca desapareció. Siempre estuvo ahí, latente, como una herida que jamás cicatrizó del todo. Sin embargo, querer no es lo mismo que confiar. Y yo no confío en él. No quiero que me utilice, no quiero ser una pieza más en sus planes o una más de sus conquistas. No sé cómo enfrentarlo. No sé si tengo la fortaleza suficiente.
Llegamos a su casa y apenas cierra la puerta, rompe el silencio:
— ¿Querés comer algo?
Lo miro, siento la te