MONSERRAT
El viaje con los empresarios árabes salió muy bien. Aún lo repaso en mi mente mientras camino por el pasillo del aeropuerto, arrastrando mi maleta con una sensación de triunfo que hacía mucho no experimentaba. Durante esas reuniones volví a sentirme en mi lugar: dueña de la situación, segura de mis decisiones, capaz de representar con firmeza y estrategia a la empresa que lleva el apellido de mi familia.
Ese viaje me dio ánimo, me recordó que pertenezco a este mundo, que no puedo quedarme a un costado viendo cómo otros dirigen lo que por derecho y esfuerzo de generaciones nos corresponde. Era como si dentro de mí algo hubiera despertado de nuevo.