Alexander
Nunca pensé que un proyecto profesional sería lo que me mantuviera cerca de Mia. A estas alturas, la única razón por la que aún no le he puesto un pie en la puerta y he desaparecido de su vida es porque mi trabajo me exige estar cerca de ella. Lo peor de todo es que, para mi horror, eso parece lo único que mantiene la llama de esta tensión viva. Cada correo, cada reunión, cada vez que sus ojos se encuentran con los míos, es como si estuviéramos jugando un juego que ninguno de los dos quiere perder, pero que ninguno de los dos sabe cómo ganar.
Estamos trabajando juntos en una nueva campaña para la expansión de la empresa, algo que si lo miro de manera profesional, tiene muchísimo potencial. Pero todo lo que siento al estar cerca de ella es un torbellino de frustración y deseo, y no sé si quiero golpearla o besarla. Tal vez ambas cosas, en el mismo minuto.
Hoy no es diferente. La sala de juntas es pequeña, demasiado pequeña para lo que está en juego y mucho más pequeña para el