Mia
Es curioso cómo la mente juega trucos cuando decides dejar atrás algo que te atormenta. Crees que estás olvidando, pero en realidad, solo estás reprimiendo. O tal vez, solo estás convencida de que puedes perdonar. Yo pensaba que lo había hecho. Alexander había dejado de ser mi enemigo, el monstruo que había creído conocer, y me había convertido en una especie de… algo más. ¿Un compañero? ¿Un aliado? No, no podía pensar en él de esa forma. Pero las pequeñas grietas en mi corazón comenzaban a abrirse cada vez más.
La semana había transcurrido lentamente. Las conversaciones entre nosotros seguían siendo tensas, pero de alguna manera, había comenzido a ver el lado más humano de él. O al menos, me decía que eso era lo que quería ver. Recordaba momentos de su sinceridad, como cuando, por un segundo, había dejado de ser el Alexander frío y calculador para convertirse en alguien vulnerable. Fue solo un parpadeo, pero me marcó. Me hizo pensar que tal vez todo lo que había creído sobre él n