Alexander
No me sorprendió que Mia estuviera en la oficina tan temprano. La había conocido lo suficiente como para saber que no era de las que se dejaban amedrentar por las dificultades. Pero, al mismo tiempo, había algo en ella que seguía desconcertándome. Algo que no se alineaba con lo que esperaba de alguien como ella.
La vi entrando a mi oficina con una actitud tan decidida que me hizo preguntarme si, en algún momento, había sentido la misma presión que yo. En este mundo, todos jugaban por sus propias reglas, pero de alguna manera, ella parecía ignorar las mías. Y eso... eso me ponía en una posición incómoda. No estaba acostumbrado a que alguien se negara a rendirse frente a mí.