Domingo, 02:30 AM – River House, afueras de Tarrytown, NY
La niebla dormía sobre el bosque como un fantasma de algodón. El río Hudson murmuraba a lo lejos, serpenteando entre la oscuridad. Los árboles, altos y oscuros como centinelas, dejaban que el rocío se derramara en hojas silenciosas. Bajo esa penumbra palpitante, la camioneta negra se detuvo frente a una casa de madera envejecida por el tiempo.
Las ruedas crujieron sobre la grava mojada.
Nick bajó primero. Le abrió la puerta a Isabella con la delicadeza de quien toca una herida abierta. Ella descendió envuelta en su abrigo y el eco de todo lo que había dejado atrás.
El porche crujió bajo sus pies. Carter caminó hacia el lateral de la cabaña, activando sensores con un mando magnético. Luego conectó una línea segura al router satelital y puso en marcha el generador silencioso, que zumbó como un gato dormido. Roger, con el gorro puesto y olor a leña en la chaqueta, entró directo a la cocina. Arthur desempacaba discretamente el arse