Minutos más tarde, los autos se detuvieron frente a la mansión. Olía a leña, a vino abierto y a ropa chamuscada por el fuego. Alessa salió a recibirlos, pero su rostro se transformó en una mueca de frustración al ver que Isabella no venía con ellos.
—Padre…
Giuseppe negó con un leve gesto, la abrazó y pasó una mano por su cabello. —No te preocupes, traeré a tu hermana a casa. ¿Dónde está tu madre?
—Llegó del club con dolor de cabeza y dijo que se acostaría temprano. —Alessa miró a Charly y notó la sangre y la palidez en su rostro. — Charly, estás herido. Padre, debemos llevarlo al hospital.
Charly sonrió. —No te preocupes, pequeña, es solo un rasguño. Le pediré a Ana que me ayude a limpiar las heridas. Estaré bien. —le respondió, acariciándole la mejilla con ternura.
—Alessa, encárgate de llevar a Salvatore a su habitación y suminístrale lo que necesite. Nos vemos en veinte minutos en la mesa.
Alessandra asintió y guio a Salvatore hacia el piso de arriba, mientras Charly los observaba