Dayana llegó a casa y sin demora, sacó el cuaderno que tenía, tomó su móvil y digitó los números que tenía de Thiago, esperó a ser contestada la llamada y mientras lo hacía rezaba para que este, no hubiese cambiado de número.
Segundos después, la llamada fue cancelada, intentó llamar una y otra vez, pero sucedía lo mismo.
Dayana no sabía ni por dónde buscar, así que, sin pensarlo dos veces, digitó el número que jamás pensó volver a llamar.
- ¡Dayana, mi cielo! -escuchó Dayana, la voz de su padre con emoción.
- Padre… -dijo Dayana tratando de controlar el nerviosismo y la preocupación que traía.
- ¡Mi vida! ¡Lo sé todo, hija! ¡Por favor, vuelve…! ¡Sé que el padre de tu hijo ha ido por ustedes! Por favor, vuelve, hablemos de cómo se arreglará todo este tema… Su padre ha dicho que…
Dayana, al escuchar todo aquello, no pronunció más palabra y terminó la llamada.
Era claro que, Thiago estaba ahí y no era para algo bueno, ella pensaba que podría explicarle a su padre todo y pedirle ay