Luego de 15 días, Gabriel, junto a Frida, regresaban de su tan deseada luna de miel. Los reporteros ya los esperaban en la terminal del aeropuerto, todo el mundo quería tomarle fotografías a la bella pareja.
Frida sonreía y posaba para las cámaras; sin embargo, Gabriel, siendo un hombre más reservado, ya se sentía cansado, puesto que en toda su luna de miel se habían visto envueltos en una ola de fotógrafos y paparazis que únicamente querían captar la mejor fotografía del momento.
Había fotógrafos que se colaban en el hotel para poder captar las mejores imágenes, incluso llegando a cruzar la línea de su intimidad.
Gabriel solo quería llegar a casa y descansar de todo el bullicio que representaba estar casado con Frida Quintana.
Frida, por el contrario, disfrutaba de cada imagen, pues ella era la más interesada en que su imagen pública, anduviera regada por doquier.
- Frida, por favor, ya vámonos… -dijo Gabriel, cansado.
- ¡Oh! ¿Qué sucede? Mi público me demanda atención. -dijo Frida,