Dayana sintió una extraña punzada en el pecho, pues aquel hombre decía cosas que, para ella, no tenían sentido, ¿Cómo podría un hombre como él preferir estar a su lado que ir con aquellas mujeres?
- Siendo completamente honesta, creo que deberías invertir tu tiempo en alguien más interesante, yo solo vine con ganas de cenar y agradezco mucho tu ayuda, de verdad, pero no es necesario que pierdas tú tiempo conmigo.
- El caso es que ya he decidido que quiero quedarme en esta mesa… -dijo Heinrich tomando un trago de su bebida. - Me resulta un tanto curioso cómo es que no paras de decir una y otra vez que no debería interesarme en tu presencia y, cuanto más lo haces, más me interesa saber quién eres.
- ¿Cómo?
- Dices que recién te acabas de divorciar, supongo que eres la persona que tuvo que firmar el documento, no la que pidió el divorcio.
Tu hijo está lejos, pero aun así no tomas el primer vuelo para ir a verlo, dices que no eres interesante y, al contrario, tu compañía resulta ser la más