Isabella

Me sentía rara con Victoria. Eso que hicimos con Bianca era para mostrarle a papá quién era en realidad: una cualquiera, una arrastrada que solo quería hacerse la gran señora.

Escuché todos los gritos y algunos golpes cuando discutieron. Papá daba tanto miedo cuando se enloquecía así. Pero ella no dijo una palabra, nada. De seguro él la zamarreó, de seguro le gritó en la cara y le dijo un montón de cosas horribles que no llegué a oír. Y así y todo, no dijo nada.

No esperaba eso, no me lo imaginé. Las otras no perdían tiempo en correr a contarle a papá qué les había dicho, cómo las insultaba o cómo las trataba. Victoria no. Ni una vez se quejó de mí. Me vio fingiendo desesperación y me ayudó.

Podría haberme dejado en evidencia. Podría haber conseguido puntos con papá diciéndole la verdad: que su hija era una manipuladora que pretendía que le pagara a un tipo porque tenía fotos mías. Que era una puta por hacerlo, cualquier cosa.

Pero no lo hizo.

Y después estaba eso de que Vict