Paulina
Los observé dormir, uno a cada lado de la cama, con sus respiraciones suaves y sus rostros en paz.
Por un instante, la habitación se sintió como un mundo aparte. Uno que no merecía sacudirse con el caos de afuera.
Me acerqué a cada uno y los besé con suavidad. Iris murmuró algo entre sueños. Max, incluso dormido, frunció el ceño al sentir que tocaba su mano. Le acaricié el cabello.
—Los amo —susurré en voz bajita.
Salí de la habitación con el corazón apretado. En la planta baja, Rupert me esperaba.
—¿Sofía ya llegó? —pregunté apenas llegué junto a él.
—Todavía no —respondió, con el ceño fruncido.
Mi mandíbula se tensó. Desde que ví esas fotos en la empresa… no podía dejar de pensar en ella.
¿Una traidora?
¿Sofía?
Me dolía solo pensarlo. Me partía el corazón en dos. Habíamos compartido tanto... visto tanto... sobrevivido juntas. ¿Por qué ahora? ¿Por qué después de tantos años? ¿Acaso la mentira fue desde el principio? ¿Me manipuló desde el momento en que me sacó del hospital?