Capítulo 73

Max

Desperté con un latido punzante detrás de los ojos.

La oscuridad era casi total, salvo por la luz de una pobre lámpara a un lado de la habitación.

Estaba descalzo. Podía sentir el suelo frío y sucio bajo los pies. El metal de la silla me cortaba la piel en los brazos, apretados por cuerdas gruesas.

Tenía la camisa abierta, empapada en sudor frío. Los pantalones estaban sucios. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba ahí.

Intenté moverme. El más mínimo tirón en la cuerda me provocó un ardor inmediato en las muñecas.

Mierda.

Traté de pensar. De recordar.

El despacho.

Estaba en mi despacho.

Y después...

Sofía entró. No...

No podía ser ella... ¿o sí?

La imagen era borrosa, distorsionada por el dolor. Su rostro. Su voz. Y luego, el mareo.

Todo se apagó.

—Buenos días, bello durmiente.

Esa voz.

Esa maldita voz.

La piel se me erizó.

Lucile.

—¿Qué carajos hiciste? —pregunté, mi garganta seca, mi voz era una sombra de lo que solía ser.

Un clic suave. Su figura apareció en la pe