Capítulo 130: Mamá no está...

Sofía

A pesar del pacto que habíamos hecho entre las tres, supe que Paulina nunca me lo perdonaría si no sacaba a sus hijos de ese infierno.

—Entramos juntas, salimos juntas —había dicho.

Pero en cuanto escuché los disparos, supe que esa promesa se rompería.

La ambulancia nos esperaba fuera de la fábrica. Apenas cruzamos las puertas con los niños en brazos, el equipo médico nos rodeó.

Solo escuchaba los gritos, las camillas yendo y viniendo, el llanto apagado de Magda, la respiración irregular de Iris, el cuerpo sin movimiento del pequeño Max.

Y, en un abrir y cerrar de ojos, estábamos en el hospital. Un silencio pesado, denso, caía sobre todos nosotros.

—Sofía —dijo Lucas, caminando hacia mí con los ojos hinchados de contener las lágrimas—. ¿Sabemos algo?

Negué. Las palabras se quedaban en mi garganta. No sabía qué decir que no fuera a sonar pesimista. No sabía si quería escuchar mis hipótesis.

Benjamín apareció con un médico, un hombre mayor, rostro cansado, bata blanca arrugada
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