SANTIAGO CASTAÑEDA
—¡5 millones a las tres! —gritó el presentador y golpeó con fuerza con el martillo—. Señor Castañeda, el collar es suyo por 5 millones. Por favor, venga a disfrutar de su premio.
Javier regresó su atención al frente, ignorándome, pero sin perder la sonrisa. Con algo de duda me levanté de mi asiento, me ajusté el saco y de nuevo dirigí mi atención hacia Alex, que me esperaba en el escenario, con media sonrisa, disimulando lo aliviada que estaba, manteniendo su mirada arrogante que había recuperado al sentirse a salvo.
—Dame el collar… —susurré y estiré mi mano entre los dos, pero en vez de recibir la joya, me tomó de la mano.