JULIA RODRÍGUEZ
No sabía si quedarme o salir detrás de Matthew, así que hice lo segundo, pues las miradas del resto de hombres en el departamento eran acusatorias y escépticas.
—Matt… —Me quedé con la mitad del nombre atorado en la garganta—. Señor Grayson, por favor, tenemos que hablar.
Nunca le llamaba por su nombre frente a sus empleados. No quería faltarle al respeto, si es que considerábamos como «grosería» pronunciar el nombre que le pusieron al nacer. Matthew avanzó sin voltear atrás, directo a su despacho. Note que cuando supo que lo iba siguiendo, su velocidad aminoró, pero no se detuvo.
—Por favor, señor Grayson… —susurré detrás de él. No era nuevo en la oficina verme suplicando detrás de él, así que nadie se dignó a prestarnos atención.
Matthew abrió la puerta de su despacho y pensé que me la azotaría en la cara como tantas veces lo había hecho antes, pero, por el contrario, se hizo a un lado dándome la oportunidad de entrar primero. Con desconfianza y pasando pegada al ma