JULIA RODRÍGUEZ
—¿Sharon? —pregunté con un nudo en la garganta sin querer voltear hacia él. Ni siquiera sabía por qué preguntaba si ya sabía la respuesta.
—Sí, bueno, ahora es socia mayoritaria. La familia Grayson le dio gran parte de las acciones como regalo de boda y lleva años siendo parte del concejo —contestó con los dientes apretados.
Saber que Matthew había seguido sin mí me rompió el corazón, fue como si la herida nunca se hubiera cerrado y aún sangrara.
—Carl… ¿qué haces aquí, a tantos kilómetros de distancia? —pregunté entornando los ojos, queriendo ver más allá de sus palabras—. No creo que solo vinieras a México para que chismeáramos.
—En eso tienes mucha razón, no estoy aquí solo para contarte lo que ha pasado sin ti —contestó encogiéndose de hombros—. Necesito tu ayuda con un asunto difícil. Hay un hoyo en la seguridad del área de pagos. Lo que implica que el departamento de finanzas está congelado y no se pueden hacer compras ni ventas a proveedores ni consumidores.