Capítulo 7

Despierta, bella durmiente p2

Por Agustín Lamas

¿Será que eso es lo mejor para ella? Es que yo la miro todos los días y sé que por fuera está bien, su cuerpo ha tomado más forma y su semblante color. Además, gracias a las enseñanzas de Sole, la fisioterapeuta, ya sé como hacer los ejercicios, esos que repetiré una vez que termine este capítulo. Aunque sea solo por costumbre, después de lo que me dijo la señorita Vannah.

—Ah…— boto el aire que no sabía que tenía retenido en mis pulmones y abro nuevamente el libro, ahora no me voy ni aunque me intenten sacar con seguridad— “¡Dime que podré borrar la inscripción de esta losa!”. Dice Evenezer, implorando al fantasma de las navidades futuras— y sonrío con una mueca que no llega más allá de eso, es solo una simple mueca.

—Como desearía que te pasara lo mismo que a Evenezer y mañana verte despierta y comenzando una nueva vida junto a tu hermana — vuelvo a dejar el libro en la mesa al costado de la cama y me apoyo en la cama para tomar su brazo y comenzar a hacer los masajes que me enseñó Sole — . Sería bonito que en tu despertar pudiera estar presente y que reconocieras mi voz, eso sería épico y no es por ser soberbio, pero varias chicas dice que tengo voz de barítono.

Daria, despierta, bella durmiente… susurro en mi mente, mientras masajeo sus piernas, ¿es mucho pedir que de una vez por todas pueda ser feliz?

Una lágrima loca bajó por mi mejilla y ahí me di cuenta que me había enamorado de la chica que estaba en esta cama, una que ni siquiera conozco y que solo sabía por documentos y lo que me había contado su hermana. Coloqué mi cabeza sobre su brazo y aferré mi mano a la suya.

—Sé que soy egoísta en querer algo que ya parece imposible, pero en pedir no hay engaño ¿Qué querrías tú, Daria?

Respiré hondo y besé el dorso de su mano, me incorporé y me quedé mirándola por un rato más, esperando una reacción, algún indicio, pero nada y tomé una decisión…

—Será mejor dejarte descansar y preparar mis cosas, perdóname si no puedo acompañarte en tu último viaje, pero no puedo, de verdad que no puedo, Daria.

Salí por esa puerta con el corazón en las manos y un dolor inmenso, pero era lo correcto, su hermana ya había decidido por ella y yo no era nadie en esa ecuación. Era lo mejor, auque una parte de mí muriera con ella en ese momento.

Al pasar por la capilla del hospital veo la puerta abierta y me decido a entrar.

—A veces es bueno conversar con alguien que solo nos escucha.

—Jefe ¿Qué hace aquí? ¿Está enfermo? ¡Me asustó! Que digo, me imagino que viene a ver a Melanie ¿no?

—Sí, pero no la encontré en su habitación, más bien dicho la vi entrando a la de Adrien — dios santo, a la princesa  valiente la habían descubierto con las manos en la masa o más bien con su amigo no tan amigo —, pero tú calladito, déjala que solucione sus dramas con ese chico, espero que no lo mate en el intento.

—Ay jefe, dudo que lo mate, más bien— me cubrí la boca asegurándome de no cagarla, pero el jefe no aguanta y se ríe como un desquisiado —. ¡Jefe! , baje el volumen que estamos en la casa del señor.

—¿Y tu crees que a él le molesta la alegría de la vida? A propósito ¿Qué haces aquí a esta hora?

—Bueno… Yo…

—Blue ya me lo dijo, tranquilo. Tu secreto está bien resguardado por nosotros — de tal palo, tal astilla. pensé al recordar lo que me dijo Mel

—La señorita Vannah ya lo sabe y me ha dado una noticia un tanto… dura.

—Se decidió — afirma más que pregunta y yo asiento.

—Así es y de verdad la entiendo, pero es doloroso, no me quiero imaginar como lo está pasando la señorita Vannah.

Ella quiere hacer todo lo mejor por su hermana y hasta si a mí me pasara pediría que hicieran lo mismo.

—¿Qué te parece si oramos por las hermanas Lewis y después me acompañas a buscar a esa chiquilla del demonio que sigue blanqueando mi sien?

—Acepto.

Digo colocándome de rodillas, junto a mi jefe, uno mis manos en forma de oración y elevo una plegaria.

“Diosito, si está en tu voluntad llevártela a tu lado no soy quién para negártelo, pero si existe una pequeña oportunidad de que ella vuelva para que por una vez pueda ser feliz, te lo ruego. Regrésala a nosotros “

En eso, escuchamos que hay cierto revuelo en el pasillo del piso, nos miramos con el jefe y salimos preocupados, quizás era Melanie que había hecho algo para terminar con el suplicio de ese pobre chico que siempre la ha mirado con ojos de borrego, pero cuando vamos fijando la mirada al lugar donde entran un dolor se instaló en mi pecho. Solo corrí, quería saber que pasaba y cuando entré me quedé boquiabierto.

—Daria…

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