Capítulo 8

Desastre navideño

Por Alma Di Rossi

Estamos preparando una navidad diferente este año, mis papás quieren irse en un crucero por el Atlántico y nosotros no queremos soltarlos, es que no habría navidad sin ellos ¿no?

Así que hemos hecho algunas travesuras con Thomas para mantenerlos en la ciudad hasta por lo menos el veinticinco de diciembre. No nos culpen, ustedes ya nos conocen y nuestras mentecillas brillantes siguen funcionando.

Aunque cada uno vive en su propio mundo, nuestro hogar está en los Hamptons, ahí fue donde hicimos nuestros primeros recuerdos como familia y los que nos llevaron a dónde estamos ahora, en mi caso con tres hermosos hijos y un hombre maravilloso que amo y me ama como la primera vez que nos vimos. En cierta forma, es por eso que aún no puedo despegarme de este lugar y mi amado miele me aguanta todo.

Siempre que veía a mis papás me imaginaba un amor así de intenso y creo que con Enzo hemos llegado a ese mismo nivel, porque ni loca viviría peleando con mi miele, eso no. Él es el hombre más amoroso, comprensivo, buen padre y esposo que podría haber conseguido en la vida y no puedo negarlo, cada día lo amo más.

Como todos los días, estamos desayunando en familia. Enzo le da la papilla a Mateo, los mellizos andan con cara de funeral y, a una semana de navidad, Mel quiere matar a medio mundo con sus muletas, adolescentes ¡Cómo me recuerda a dos que conocí en mi juventud! En fin, todo está en su momento y lugar preciso, Thomas hablará con papá para decirle que es imposible que viaje pues la negociación con una de las marcas que asesoramos está por caerse, lo que es mentira, obviamente, y yo ya tengo listo mi set de lágrimas artificiales para continuar con nuestro complot.

Veo que mis papás están trabajando con un café en sus manos y yo, niego con la cabeza, no cambian. Mi abuelo con Glorita y nosotros comenzamos, como todos los días, la dulce batalla de la crianza.

—Déjame terminar tu coleta, Alondra.

—Soy Catalina, mami ¿Por qué nos confundes?

—No te estoy confundiendo, cariño. Cata está con la abuela Gloria, así que deja de moverte.

—¡Eso no es justo! — me dice Alondra cruzándose de brazos e intentando comenzar a patalear y tanto Enzo como yo le damos esa mirada que dice ¡Córtala! ¡Suficiente! —. Ush, me carga que nos reconozcan, debimos ser mellizas como los tíos.

—No creo que te guste, mi bella Alo, te aburrirás con uno que estuvo contigo nueve meses y luego tenerlo de por vida hinchándote las bolas que no tienes.

—Lo mismo digo, aunque yo amo ser el melli de Mel y ella en secreto lo disfruta — Cameron tenía esa capacidad de dar vuelta las situación y de dejarnos a todos enamorados. Es tan lindo que se tome un tiempito para estar con nosotros, aunque sea tras una pantalla.

Terminamos de desayunar y todo el mundo comenzó con sus labores, las niñas iban en la tarde a la escuela y Mateo, mi niño hermoso iba a trabajar conmigo todos los días y se quedaba en la guardería de la empresa.

—¿Mia fatina estás lista? — lista como para el tercer round, desde que Mateo duerme en su habitación, ¡Dios! Parezco una ninfómana y no puedo sacármelo de la cabeza.

«Respira, Alma, respira. A la nochecita le das duro contra el muro»

—Ya casi, tomo unas cosas y — suena mi teléfono, veo la pantalla y es Dana — contesto esta llamada y nos vamos.

—Okey, ¡Oh! Verdad, me falta un documento. Te espero abajo.

—Okey. Te amo.

—Y yo a ti, mía fatina.

—Hola, Dana bella ¿Qué cuentas?...

Unos tres doritos más tarde…

¿Había dicho que no sería capaz de pelear con mi miele? Bueno, creo que hoy se acabó la racha porque en estos momentos quiero hacerlo pedacitos y dárselos a los cocodrilos del zoológico.

Se acuerdan de que recibí una llamada de Dana, pues a ella  la llamó Daniela muy molesta porque Jex le dijo a Tommy que a las mujeres no hay que entenderlas sino que quererlas y la alerta SOS chicas se activó.

—Mía fatina ¿Me dirás qué te sucede?

—Nada del otro mundo, sólo que el idiota de Jex le dijo esa estúpida frasecita a Tommy de que a las mujeres no hay que comprenderlas, sino que quererlas tal y como son y Ush Dani está que lo mata.

Enzo se acerca a mí y me toma por detrás dándome un sonoro beso en el cuello, hasta ahí la historia iba bien.

—Pero amor, para qué ue te enojas, si sabes que esos dos se arreglaran como si nada y a Dani se le quitará la molestia con solo unos besitos como estos que te estoy dando, no veo la molestia y tanto escándalo, es una nimiedad.

—¿Una nimiedad, Enzo Di Rossi? ¡Una nimiedad!

La furia se encendió en mi interior, es que ¿Qué le habían hecho a mi miele? ¿desde cuándo pensaba igual que estos trogloditas?

Me doy la vuelta y me enfrento a ese ropero de tres cuerpos, fornido, con esos ojazos que me calientan, no solo el espíritu y esa carita de yo ¿Qué he dicho? Y le indico con mi dedito delgadito en su pechito durito como roquita.

—¿Fatina? — Upsi, me salí de mi personaje. Volví a la cara de esposa molesta, bruja e hija de la gran P (mamita, no vayas a leer esto) y carraspeo para quitarme un poquito, solo un poquito del calor.

—No puedo creer que pienses igual que todos esos idiotas que tienes por cuñados y amigos, Enzo Di Rossi.

—¿Qué yo qué? — Ja, cree que le creo que no sabe a lo que me refiero, idiota mandilón.

—¡Qué estás pensando igual que esos idiotas! — Bramido de perra loca, excelente para estos momentos—. Mira Di Rossi, será mejor que salgas de aquí antes que te mate y te aviso, te deberás quedar con los niños porque yo me voy de tarde de chicas.

—¡Esto es injusto, Alma! Sabes que tengo que trabajar en el museo, ya pronto tenemos que inaugurar la colección…

—¿Y eso te exime de ser padre? ¿Hay algún documento o ley que te prohíba cuidar a tus hermosos hijos en horario de trabajo? Yo lo hago todo los días, por si se te olvida.

—Es que eso es distinto, Fatina, no vayas a comp…

—Ni se te ocurra decirlo, Di Rossi, por que con eso terminas de cagarla por toda la eternidad— El muy idiota, barrita de chocolate blanco con algunas manchitas de café que solo yo conozco, suspira y he ganado mi primera batalla del día.

«Aplausos para mí, gracias, muchas gracias

—¿Dónde te llevo? — se los dije Alma 1 Enzo 0.

—Al departamento de Dani.

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