Capítulo 6

Despierta, bella durmiente

Por Agustín Lamas

Cuando vi a la señorita Daria en esa casa, la rabia inundó todo mi ser y fue casi imposible para el agente Rodríguez quitárme de las manos a ese desgraciado. Vi todo rojo y no escatimé mi fuerza y mi ira en contra de él.

Si bien ese mal nacido la tenía bien cuidada no me cabía en la cabeza que la mantuviera esposada a la cama clínica, pero lo que nos dijo la doctora Sinclair me dejó pasmado.

¡Díos, si la pobre estaba en coma y el muy mal nacido había abusado de ella incluso así!

Desde ese día y hasta hoy, que han pasado casi ocho meses, vengo todas las noches a verla, mi jefa, la doctora Natasha y obviamente el cotilla del doctor Cicarelli son los únicos que saben de esto y no es porque no quiera contarlo, es que me da un poco de vergüenza que la señorita Vannah se entere que, en silencio, estoy visitando a su hermana. Ella ha sido tan buena conmigo y me ha apoyado mucho y debo decir que fue un placer haber sido su guardaespaldas. Aunque ahora he vuelto a mi trabajo “normal” con los Scott, no dejo de cumplir con pasar una horita a ver a Daria.

Y sí, por supuesto que investigué todo lo que pude sobre ella, al ser un guardaespaldas de clase A, tengo acceso a todos los expedientes que están en Scott y asociados. Además, nadie me puede negar el acceso, pues la jefa cuando supo de mi entrada a ellos me dio un tirón de orejas y con esa voz dulce, pero imponente me dijo:

“Agustín, no te negaré el acceso, pero desde ya te aviso que tienes mi autorización para cuidar de ella, mientras esté en el hospital, pero sé discreto, si Vannah se entera, no habrá poder en la tierra que te pueda salvar”

Tomo asiento en la silla que está junto a su cama y, por ser diciembre, hoy empezaré a leerle cuentos de navidad.

Acomodo su larga cabellera y sonrió al ver que hoy su semblante está más rosado y llenito. Fue lo mejor haberla encontrado y aquí en el hospital todos se desviven por ella, pensando que algún día despertará.

«Igual que yo»

—Bueno, señorita. Le cuento que frente a su ventana tiene la primera nevada del año, es mas, mi bella Sophia ya estaba armando una petición para enviar al alcalde y reclamar por el cambio climático. Esa niña es un encanto, ya quiero que la conozcas, Val y Ethan se sacaron la lotería con ella, es tan inteligente y vivaz, pero a la vez prudente y juiciosa que es el orgullo de la jefa y de toda la familia. Otra que está mejor es Mel, el doctor Scott dijo que estaba a nada de darla de alta. Ella es el terremoto de los hermanos Scott, pero debo decir que es mi favorita y no te pongas celosa, es porque es una chiquilla Intrépida y con muchas ideas de romper los esquemas.

Con esto terminamos el informe diario, espero que te haya gustado.

Oh, sí Agustín, muchas gracias por contarme todo, ya verás que pronto  podré ver todo eso que me cuentas—suelto una risita, imitando la que pienso sería la voz de ella y  retomo mi actitud para comenzar a leer.

Bueno señorita, ahora sí. Hoy, seguiré leyéndole  un cuento de navidad. Ya sabes que el loco  prefiere hacer dinero que usar carbón para calentarse y tiene a esa pobre familia de su asistente en la ruina, miserable ¿no?—Llevo más de la mitad del libro leído en esta semana y hoy, el sueño está por ganármela, pero sigo porque esta es la parte que más me gusta del libro.

“Haré honor a la Navidad en mi corazón y procuraré mantener su espíritu a lo largo de todo el año. Viviré en el Pasado, el Presente y el Futuro; los espíritus de los tres me darán fuerza interior y no olvidaré sus enseñanzas. ¡Ay! ¡Dime que podré borrar la inscripción de esta losa!”.

Hago los gestos y la voz que me imagino de Ebenezer Scrooge y suelto una risita. Justo en ese momento, la puerta se abre y es Melanie la que entra y me mira con los ojos entrecerrados.

—Upsi, lo siento.

—¿Qué haces aquí, princesa?—pregunto avergonzado, pues me ha descubierto.

—La misma pregunta te haría yo, pero me imagino que lo tuyo es por una buena causa. A propósito ¿Sabes dónde está Powell?— dice como si nada y yo siento como si me hubieran descubierto haciendo una maldad.

—En la 404, es la tercera después de esta y Mel…

—Gracias, lo sé. Guardaré tu secreto— esa chiquilla bella me guiña un ojo y sale de la habitación ¿Por qué me guiñó un ojo? ¿De qué hablaba? ¿cuál secreto? Esto no era un secreto ¿no? Bueno, sí lo era, pero solo que la vengo a ver para leerle, no hay nada más en mis intenciones. Absolutamente nada ¿no?

—Ay, dios. Espero que Mel no se haya hecho suposiciones extrañas, señorita Daria. No sé qué le diré a su hermana si me ve aquí, que vergüenza. Mejor dejemos la historia para mañana, aunque tengo que contarle algo y espero que no se enoje, pero no es nada del otro mundo, lo juro.

Tomé mi libro y lo guardé en mi mochila, creo que por hoy era momento de volver a casa a descansar, ya esta semana comenzarían mis vacaciones y tenía visto viajar a ver a mis padres a California para navidad, pero había prolongado mi viaje por preocuparme de la señorita Daria.

Estoy terminando de guardar mis cosas, cuando la puerta nuevamente se abre.

—Te dije que era la 404, princesa ¿Qué pasó… ahora?

—¿Por qué tendría que ir a la 404?

—Vannah, perdón, yo…

—No te preocupes, pasaba a verla como todas las noches, pero esta vez parece que te estás despidiendo más tarde.

—¿Cómo? ¿usted me ha visto todas estas noches?

—Ajá, todas y cada una de las mañanas, tardes y noches que has pasado aquí, Agustín y te agradezco lo que haces por ella, es muy noble de tu parte, aunque ya sabemos que no va a despertar— baja su mirada y algo se remueve en mi interior —. Y… yo estoy a punto de decidir por ella.

—¡No lo diga, por favor!— no sé como me salen las palabras de la boca, es que no, no puede, no quiero —. Yo sé que ella puede despertar, he leído de varios casos en que llevan muchos años en coma y cuándo se les lee y habla seguido ellos despiertan.

—Lamas, por favor no te hagas esto, entiendo que has forjado un lazo fuerte con Daria, incluso sin conocerla, pero es como si ella no quisiera despertar y siento que le hacemos daño dejándola así. La razón que me da mi profesión choca con las emociones que tengo por ser su hermana, pero creo que por primera vez dejaré que la razón le gane a la emoción.

—¿Y cuándo lo hará? Porque por lo que escucho no es que lo esté pensando mucho, ya lo tiene decidido— digo en un tono molesto, pero la verdad es que me duele que ella se esté dando por vencida.

—Ella desapareció en estas fechas, es por eso que navidad es un tanto complicada para mí y creo que para ella, por eso pensé que sería bueno dejarla descansar este fin de semana y desconectarla.

—Bien, me quedan dos días para terminar de leerle su libro, le agradecería que me dejara hacer eso por lo menos.

—Está bien, lo siento, Agustín. Pero creo que es lo mejor. Te juro que quisiera tener tus fuerzas para mantenerla aquí, pero entiéndeme tú también a mí.

La señorita Vannah sale cerrando la puerta y yo vuelvo a mi lectura, pero en mi mente resuenan sus palabras…

Pensé que sería bueno dejarla descansar este fin de semana y desconectarla.

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