Elizabeth nunca había deseado nada más que escapar del orfanato en el que había crecido. Su única esperanza era tener una vida mejor y más próspera. Con sus metas claramente trazadas y su determinación inquebrantable, Elizabeth estaba decidida a tomar las riendas de su destino. Pero cuando se ve envuelta en una red de tráfico de mujeres y es vendida al mejor postor, su mundo se desmorona. ¿Se verá atrapada en un nuevo ciclo de sufrimiento o encontrará la luz en medio de la oscuridad? Únete a Elizabeth en esta emocionante historia, mientras se embarca en un viaje para descubrir la verdadera libertad y el amor en medio de un mundo lleno de incertidumbres.
Leer másAl fin, mañana es el día que he esperado durante tantos años. No puedo contener la emoción de salir de aquí, del infierno que es este orfanato. Este lugar, donde lo inimaginable ocurre, está oculto tras la sotana de un cura. Desde que empecé a crecer, comprendí que las cosas no eran normales.
Aquí nos encontramos los hijos de padres fallecidos o simplemente abandonados, como yo. En mi caso, fui hallada en la entrada del orfanato, sin ningún vínculo con una familia, apenas una bebé de unos días. Sin embargo, eso nunca me ha importado. Desde que empecé a crecer, lo único que he deseado es que llegue el momento de marcharme. El orfanato se encuentra a las afueras del pueblo, en medio de un campo. Desde el exterior, parece hermoso, rodeado de un extenso jardín lleno de flores, un bosque de pinos y, cerca, un pequeño lago donde me gusta ir a leer y estudiar. Pero, lamentablemente, la belleza de este lugar es solo superficial; dentro se esconde un verdadero infierno, uno que las personas de afuera ni se imaginan. El supuesto cura encargado no es más que un estafador que se roba el dinero donado para los niños, que debería destinarse a alimentos, ropa y gastos médicos. Como se queda con todo, estamos obligados a usar los mismos harapos y ropas viejas, comemos cosas horribles, a veces incluso podridas, y cuando nos enfermamos, contrata a un médico de quinta que dudo que sea realmente médico. A causa de esto, más de tres niños han muerto por intoxicación. Los que se atreven a rebelarse son brutalmente golpeados, sometidos a castigos horribles e incluso dejados sin comida y agua durante días. La razón por la que he sobrevivido aquí ha sido, sin duda, mi astucia. No me quejo de las cosas; la comida que me dan apenas me la trago, aunque luego la vomite, lo que me ayuda a evitar las enfermedades. Siempre he sido bastante sana. Como no suelo comer mucho en el orfanato, en los momentos libres que tenemos para pasear, me alimento de algunas frutas silvestres, lo que me mantiene alimentada. Además, aprovecho mis tiempos libres para estudiar y leer. Así he pasado estos 18 años de mi vida. Pero mañana, por fin, todo esto acabará. Seré libre de irme y empezar una nueva vida. Todos estos años de estudio me han servido para mucho. Apenas salga de aquí, buscaré un trabajo y una casa donde vivir, y simplemente me olvidaré de toda esta porquería. Termino de leer mi libro y levanto la vista hacia el cielo. El sol se oculta en la llanura, y el agua del lago adquiere una tonalidad naranja, bañada por los rayos del ocaso. La brisa suave y fresca despeina mi largo cabello. Cierro los ojos e inspiro profundamente el aroma a pinos y flores que trae el aire. Tal vez una de las razones de mi alegría es precisamente que mañana me voy; mi maleta ya está lista y espero con ansias el amanecer que traerá consigo mi libertad y emancipación. Saco mis pies del agua tibia del lago y me levanto, recojo mi libro del suave césped y me dirijo hacia el orfanato. A mitad de camino, me encuentro con Elena, una pequeña que llegó aquí hace un tiempo. Tiene apenas cinco años, es pura, inocente y hermosa. En este tiempo, nos hemos hecho muy cercanas; es para mí como una pequeña hermana, o incluso una hija. Siento una profunda necesidad de protegerla, y por alguna razón, eso se ha convertido en uno de mis objetivos de vida. Se lo prometí, no solo a ella, sino a mí misma. La sacaré de aquí un día y la llevaré conmigo. —Hola, Liz —saluda, corriendo a abrazarme. —Hola, pequeña —la abrazo de igual manera y tomo su mano para continuar caminando. —Liz, si te vas mañana, me quedaré muy sola. —Oh, no estés triste, pequeña —me arrodillo para quedarme a su altura y la miro a los ojos—. Te juro que te sacaré de aquí. Apenas encuentre un trabajo y una casa, te adoptaré y te llevaré lejos. Mientras tanto, debes ser fuerte y esperar por mí. Es mi promesa, y mi objetivo es darte una mejor vida, y lo cumpliré. —Gracias, Liz —se lanza a abrazarme con fuerza. Sinceramente, amo a esta pequeña de ojos avellana. Cuando me pongo de pie nuevamente, un intenso dolor en el abdomen me hace caer de rodillas. Empiezo a retorcerme y gritar, mi vista se nubla. —¡Liz, qué te pasa! —grita Elena, pero su voz parece distante. —Elena... busca... busca ayuda. Rápido. La pequeña comienza a correr en dirección al orfanato. El dolor se apodera de mi cuerpo y pierdo el conocimiento. ...... Empiezo a abrir los ojos lentamente, con pesadez. Me duele la cabeza y estoy algo aturdida. Miro a mi alrededor y analizo la situación. Me encuentro en un cuarto de hospital. A mi lado está el cura, responsable del orfanato. Cuando logro estar completamente consciente, me siento despacio en la camilla. —¿Cómo te encuentras? —pregunta con un tono amable, lo cual me sorprende, ya que acostumbra a ser muy agresivo con nosotros. —Bien, o eso creo —me paso las manos por el rostro—. ¿Qué me pasó? —Te desmayaste. Elena vino a avisarnos, te encontramos inconsciente en el campo. Al parecer, tienes apendicitis. —Lo dudo. —¿Qué has dicho? —su desagrado es evidente. —Nada, lo siento. ¿Puedo ir al baño? —Sí, claro, pero con cuidado. Caminé hasta el baño y cerré la puerta con seguro. Toqué alrededor de mi ombligo y en mi abdomen, presioné y no sentí dolor. Es imposible que tenga apendicitis. Es cierto que sentí un fuerte dolor en el bosque, pero estoy segura de que no fue eso. Me asomo por la ventana del baño, observando los pasillos del hospital. El lugar es muy lujoso, podría decirse que es una clínica de ricos. ¿Entonces por qué estoy aquí? Ese cura tacaño jamás pagaría por un lugar así solo por una apendicitis; es algo que cualquier hospital podría atender a un costo mucho menor. Además, estoy segura de que no tengo apendicitis. ¿Entonces, por qué todo esto?¿Debería darle la oportunidad que pide? ¿Lo merece acaso? A pesar de su escenita en casa de Jeann, ha sido un mar de dulzura conmigo desde entonces. Anhelo perdonarlo.—Te daré una oportunidad, pero no vuelvas a decepcionarme de esa manera. No me trates así jamás.—Te lo prometo.Se levantó y se lanzó sobre mis labios con anhelo. Su beso fue tierno y dulce, pero también desbordante de pasión y deseo. Acuné su rostro entre mis manos, profundizando el beso. Cuando nos separamos, una sonrisa iluminaba su rostro, tan contagiosa que me hizo sonreír también.—Ahora ve a tu habitación y come la ensalada que te preparé.—Está bien, jefa.—No me mientas, quiero que lo comas todo.—He dicho que sí, ahora descansa. —Me besó la frente y se marchó.Sonriendo como una colegiala, me lancé sobre la cama. Era difícil conciliar el sueño después de todo lo sucedido.¡Oh, Henrik, ¿por qué tienes que gustarme tanto?! Cada cosa que hace, desde sonreír hasta esas expresiones traviesas, me deja suspirando co
Caminé hasta él, que estaba tumbado sobre una silla. Pasé mi mano por su hombro y lo ayudé a ponerse de pie. —Te he dicho que no necesito ayuda —gruñó mientras se removía. —Y yo te he dicho que lo haré, así que quédate quieto porque eres pesado. Protestó, pero se quedó tranquilo. Eché a andar rumbo a su habitación, aún sosteniéndolo, ya que parecía incapaz de mantenerse en pie; estaba muy ebrio. Al subir las escaleras, el dolor en mi pie aumentó, pero decidí ignorarlo y seguir adelante. Llegué a su habitación, abrí la puerta y caminé hasta la cama, dejándolo caer suavemente sobre ella. Respiré aliviada; realmente pesa mucho, y yo soy una débil. —Necesitas tomar un baño de agua tibia para que se te pase la embriaguez. —Ya voy —dijo, intentando levantarse, pero se tambaleó. Rápidamente lo sostuve. —Mírate, ni siquiera puedes estar en pie. —Entonces tendrás que darme un baño tú. —Ni hablar —me apresuré a responder. —Aunque sea, acompáñame hasta el baño para que no me caiga —a p
Llegamos a la mansión, y sin esperar a que, como siempre, me abriera la puerta, bajé del auto y me dirigí rápidamente hacia el interior. Necesitaba estar sola. Debía reflexionar, encontrar respuestas que solo yo podía darme. Unas cuantas horas a solas conmigo misma eran justo lo que necesitaba.En mi apresurado andar, tropecé con Kirsten. Pensé que querría hablar o pedirme explicaciones, pero no; simplemente se hizo a un lado y me dejó pasar, un gesto que agradecí con una sonrisa desganada. Se lo agradecí de corazón, pues no quería ser atormentada en ese momento.Entré a mi habitación y cerré la puerta con seguro. Cerré todas las ventanas y apagué las luces. Me senté en el suelo, abrazando mis rodillas, con la espalda apoyada en el pie de la cama. Apoyé mi frente en mis rodillas, hundiendo mi rostro entre mis brazos. Sumida en la oscuridad y calidez de la habitación, cerré los ojos y dejé que mis pensamientos fluyeran. Solo había una pregunta que resonaba en mi mente, una que podría t
Después de unos minutos, las chicas salieron, y para mi sorpresa, iban tomadas de la mano. Al parecer, los sentimientos no eran solo de Kirsten.Los chicos las miraron, asombrados y confundidos ante la escena.—Chicos, Kirsten y yo queremos darles una noticia —anunció Jeann.—Somos novias —dijo Kirsten, radiante de felicidad. Los chicos comenzaron a aplaudir, silbar y felicitarlas.—No puede ser, Kirsten, y yo enamorado de ti —dramáticamente exclamó Marcus, provocando risas entre los demás—. Pero qué más da, me queda Elizabeth. —Tomó mi mano y me atrajo hacia su cuerpo, acercando su rostro al mío. Debía alejarme.—Lo siento, chico, pero ella ya tiene dueño —la potente voz de Henrik resonó a mis espaldas.Rápidamente me alejé de Marcus, consciente de que esto terminaría mal.—No te molestes, hermanito, Marcus solo bromeaba —Kirsten dio un paso al frente.—Podía bromear con otra chica que no fuera la mía. —¿La suya? Aish, ya comenzamos otra vez con lo del sello de propiedad.—Henrik, ya
Desperté en la mañana con un ánimo inesperadamente animado. Tomé una ducha, me vestí con un bonito y sencillo vestido blanco de mangas largas, ajustado al cuerpo, y unas botas altas de color gris. Solté mi cabello, dándole un poco de forma a las puntas, y me apliqué un poco de maquillaje. Cuando estuve lista, me senté a leer para matar el tiempo mientras esperaba a que Kirsten viniera a buscarme.A los quince minutos, ella llegó, luciendo muy entusiasmada. La entendía; hoy sabría si sus sentimientos eran correspondidos.—¿Nos vamos? —preguntó alegre.—Claro, pero antes voy a ver a tu hermano.—Está bien, te espero abajo. No tardes.—Sí.Kirsten se fue y yo me dirigí a la habitación de Henrik. Llamé a la puerta y, al escuchar un "adelante", entré. Él estaba en su escritorio revisando algunos documentos. Al verme, me dedicó una cálida sonrisa que le devolví.—Buenos días —dije mientras me acercaba a él.—Buenos días, preciosa.—¿Estás ocupado?—Para ti, nunca —sonreí, sintiéndome tonta.
Con el apoyo de Henrik, Kirsten decidió hablar con su familia. Justamente hoy, durante la cena. Ella estaba muy nerviosa, y debo admitir que yo también lo estaba. Solo esperaba que la velada transcurriera en paz y armonía.Me preparé y bajé a cenar. Todos estábamos sentados en la mesa, y levanté la mirada hacia Kirsten, que estaba justo frente a mí. Parecía lista para hablar.—Abuela, mamá, quiero decirles algo muy importante —comenzó, con una seriedad palpable.—¿Qué sucede ahora, Kirsten Eleanor Von Karlfeldt D'Ascoli? —respondió su madre, rodando los ojos.—Sabes que odio que digas mi nombre completo, mamá.—Dirás qué te sucede o no.—Sí —tomó una larga inspiración y levantó la cabeza—. Soy lesbiana.La señora Dorothea dejó caer los cubiertos y Anna se atragantó con su bebida. Ambas la miraron con sorpresa y desaprobación.—Si esto es una de tus bromas, te advierto que no tiene gracia.—No es una broma, mamá —Kirsten la miró con seriedad.—Solo eso debe ser, porque realmente es ina
Último capítulo