La relativa vida pacífica de Robert y Angus dos detectives que crecieron juntos, estudiaron juntos y viven juntos, dió un vuelco, convirtiendo su ya de por sí agitada vida en un caos. Una carta de su primer amor, acompañada de una hermosa niña pequeña. Los hizo entrar en una nueva fase de rivalidad. —¡Es mí hija! —¡Sueñas idiota! ¡Es mía! ¡¿Acaso no ves esa belleza y porte?! ¡Es obvio que el padre soy yo! Ana su compañera de piso, comía helado tranquilamente con la niña, mientras los otros dos discutían por enésima vez. —Oigan idiotas, ¿Y porque no hacen una prueba? —¡¿Estás loca?! —¡¿Estás loca?! —¡Es obvio que es mía! —¡Es obvio que es mía! La mujer suspiró profundamente y puso los ojos en blanco. La niña miró a ambos, pero debido a la muerte de su madre, ni siquiera ella sabía de quién se trataba. ***** El amor ciego de dos hombres por la misma mujer trascendió los años, sin embargo, acompañados por el mismo dolor de su abandono. Tratan de cumplir un sueño algo agrio en el que esperaban formar parte de la vida de la mujer que amaban con resignación al no ser escogidos por ella. Pero para su sorpresa, ahora deben descubrir a quién pertenecía su amor realmente.
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