¿Qué piensas cuando escuchas la palabra “guerra”? Apuesto a que más de una mala definición se asoma por tu cabeza, y no te equivocas en ninguna. Pero, si tuviéramos que concluirla en una sola, creo que “muerte” es lo más apropiado. Los betas se han revelado contra los alfas. Cansados de ser ignorados y tomados a la ligera, han decidido que su única opción es la violencia. No hay límites. No hay conciencia. No hay piedad. Alfas se preparan para lo que viene y los omegas no tienen otra opción más que pelear. La guerra ya viene, no hay manera de escapar, no hay opciones. Si ahora pinta todo mal, imagínate enamorarte en medio de todo este caos.
Leer másHace aproximadamente 5 años que había empezado la rebelión de los betas y por consecuencia, los rumores de una guerra que con cada día que pasaba se hacía más que presente. Cuando todo esto comenzó, poca gente opto por unirse al ejército, Craig Elsher no fue uno de ellos.
Con su experiencia militar y un padre conocido como uno de los mejores generales y héroe de guerra, Craig no planeaba quedarse sin hacer nada. Aunque claro, con todo lo antes mencionado no es como que tuviera opción.
Desde los 6 hasta los 18 años, su educación fue impartida en escuelas militarizadas, haciendo de Craig un hombre duro, de mirada seria y penetrante. Su postura erguida y pasos firmes eran reconocidos en toda la base militar por la que caminaba, todos sabían que era el alfa más fuerte de la base y el segundo al mando de ese lugar. El primero claro, era su padre; al cual iba a ver en ese momento.
Craig se detuvo frente a la oficina de su padre y tocó la puerta, esperando que le dieran la orden de entrar.
-Adelante— habló una voz grave y seca.
Craig entró a la habitación y después de cerrar la puerta tras él, caminó hasta quedar frente al escritorio de su padre.
-Padre—saludó.
El general Elsher mira el reloj de su escritorio y sonríe.
-Cuando te llamé, dije que quería verte en 5 minutos—hace una pausa y se levanta de su silla—llegaste en 4.
Craig se para más derecho, si eso es posible y agacha la cabeza en modo de disculpa.
-Lamento si soy inoportuno—dice con su tono de voz neutral.
-Descuida, a veces solo olvido lo perfeccionista que te hice.Craig no pudo ver la cara que hizo su padre al decir eso, pero por su tono sabe que está sonriendo. Craig prefería no verlo sonreír, aún a sus 20 años le daban escalofríos cada vez que su padre decidía hacerlo.
-Debo irme a la base central y probablemente me quede ahí hasta que todo se arregle o estalle. —Craig sabía que se refería a la guerra. Después de todo, era la única razón por la que él estaba ahí. —Estas a cargo a partir de ahora.
-Te aseguro que daré todo de mí para que ganemos—dijo Craig con toda su confianza.El general ignoró el intento de su hijo por hacerlo sentir orgulloso y continuo con las indicaciones.
-Tu trabajo será entrenar a los nuevos reclutas, debes hacerlos más fuertes y disciplinados para que en caso de que sea necesario pelear, no mueran.
Sus palabras eran severas y firmes. No había ni un atisbo de aliento o apoyo, solo órdenes. Órdenes que debieran cumplirse al pie de la letra, como Craig había entendido a lo largo de toda su vida.
-Los alfas no deberían darte problemas, solo tal vez con el asunto de la autoridad, pero estoy seguro que podrás manejarlo—continuo el general—los omegas serán un reto, ¿puedo confiar en que sabrás manejarlo?
-Sí, señor.El coronel lo miró complacido, sabiendo que había hecho de su hijo un hombre de palabra y que jamás se atrevería a desobedecerlo.
-Los nuevos reclutas deben estar por llegar, sus documentos e información relevante están en tu nueva oficina. Deberás leerlos y conocerlos a todos y cada uno de ellos—sus ojos se posaron en los de Craig, haciendo énfasis en sus siguientes palabras—conoce sus miedos, enfócate en sus debilidades y elimínalas. No hay tiempo para los débiles. Cuando llegue el momento, quiero ver hombres fuertes y capaces, no perdonaré ningún error.
Craig sintió la severidad de sus palabras como si le pusieran la punta de una navaja en la espalda. Sabía cómo cumplir las órdenes de su padre, aunque el proceso no le gustaba.
-Entendido señor.
El hombre asintió y se encaminó a la puerta para irse, pues tenía un deber que cumplir. Pero antes de salir, se detuvo.
-Envíame un informe cada dos semanas de los avances o inconvenientes de cada uno de los reclutas—parecía que había terminado, pero antes de marcharse su voz se volvió áspera—Y tu madre vino a verte.
Craig, a quien no le habían dado ninguna orden de moverse, había permanecido quieto y firme en la misma posición hasta ese momento. Giró su cuerpo con rapidez en la dirección de su padre e hizo lo que pudo para ocultar la alegría en sus ojos.
-Nos vemos—se despidió.
No pasó ni un minuto cuando una mujer adulta de cabello negro y amplia sonrisa cruzó la puerta. Sus ojos se encontraron con los de su hijo más pequeño e inmediatamente estiró sus brazos para rodearlo y estrujarlo un poco.
-Craig, mi pequeño, no tienes idea de cuánto te extrañé—dijo con una voz cargada de amor y felicidad.
-Hola madre—Craig la rodeo con sus brazos, dándole a entender que también la había extrañado.Había una cosa clara entre las personas que conocían a Craig y su familia: cuando se trataba de su padre, Craig era un soldado más, entre ellos solo existía un amor basado en respeto y admiración, pues desde que él tiene uso de razón su padre jamás le había dicho que lo amaba, ni siquiera lo había abrazado una sola vez. Pero su madre era una cosa totalmente distinta. Si no fuera por ella, él sería una piedra sin emociones ni sentimientos.
-Mira lo guapo que te ves con ese uniforme, las chicas aquí deben estar vueltas locas por ti.
-Tu mejor que nadie sabe que eso no es cierto—dijo el joven mientras sonreía por primera vez en el día— ¿Qué haces aquí mamá?-Solo extrañaba a mi pequeño alfa—su mano se posa sobre la mejilla de su hijo—y vine a despedirme. Henry me llevara a un refugio con su familia, no se siente tranquilo dejándome sola mientras él pelea.Henry era el nuevo esposo de su madre. Se había unido al ejército un año después de que había iniciado la revuelta. Craig sintió como su corazón se apretaba un poco, pero estaba tranquilo de saber que su madre estaría lejos de todo el desastre cuando iniciara.
-Quisiera llevarte conmigo—la voz de su madre se volvió temblorosa y sus ojos se pusieron llorosos.
-Estaré bien—Craig tomó sus manos en un intento de transmitirle seguridad—prometo que cuando esto termine, iré por ti y pasaremos todo el tiempo que quieras juntos.Le mostró su sonrisa más sincera, pero sabía que no importaba lo que dijera, su madre era una mujer que entendía los peligros de la guerra. Lo único que pensaba, era que su pequeño alfa podía salir herido, o peor.
Volvió a tomarlo entre sus brazos y lo apretó con más fuerza mientras pequeñas lágrimas brotaban de sus ojos y llenó de besos la cara de su hijo.-Más te vale estar bien para cuando regrese, si tienes un solo rasguño no volveré a cocinarte nada en la vida—la mujer intentó sonar severa, pero solo provocó que Craig soltara una pequeña risa.
Su despedida fue dolorosa. Pero ambos sabían que volverían a verse, o al menos eso les gustaba pensar.
Tres de los siete edificios estaban en llamas, las personas corrían de un lado a otro mientras unas camionetas blindadas llegaban sin parar y hombres uniformados bajaban armados hasta los dientes. El sonido de disparos junto con los gritos llenó el campo y la pelea comenzó. -¿Qué está pasando?—preguntó Marcus alarmado. Craig no contestó, seguía mirando el perímetro buscando una manera de llegar a los vehículos para salir de ahí lo más pronto posible, pero sus posibilidades de huir disminuyeron cuando al menos cinco lobos enormes aparecieron. Los reclutas peleaban y ponían en práctica su entrenamiento. Ambos bandos se enfrentaban con armas, garras y dientes luchando sin parar por sus vidas. Pero un cuarto edificio estalló encendiéndose inmediatamente y Craig supo que así, es como se veía la guerra. -Escúchame bien—dijo llamando la atención de Marcus—Vamos a tener que atravesar todo eso si queremos llegar hasta el estacionamiento para dar la orden de retirada. No importa lo que pase,
¿Qué se supone que debía sentir? ¿Miedo? ¿Enojo? ¿Felicidad?Quizás, era un poco de todo.Una parte de su corazón estaba inmensamente feliz, porque tenía que admitirlo, por supuesto que se había imaginado teniendo una familia con Craig. Las fantasías sobre el momento en que decidieran tener hijos habían aparecido en su mente desde que comenzaron a hablar sobre vivir juntos. Pero no era así como quería que pasaran las cosas.Estaban en medio de una guerra, no era el momento para traer hijos al mundo.-Marcus, ¿qué tienes?La voz de Craig lo hizo levantar la vista del libro que supuestamente leía para pasar el tiempo.Estaban en la oficina de Craig, eran alrededor de las once de la noche y Craig seguía trabajando. Marcus había insistido en hacerle compañía y decidió matar un poco el tiempo pretendiendo que leía, pero solo intentaba encontrar las palabras correctas para darle a Craig la noticia de que iba a darle un hijo.-Craig, ¿podemos hablar?Inmediatamente Craig se levantó de su sil
Y así, mientras unos se dejaban llevar por el odio y el rencor, Craig y Marcus se amaron sin pausas por las siguientes dos semanas.Los primeros días eran felicidad pura, los demás, se sintieron como el paraíso mismo.Marcus despertó una vez más al lado de Craig, desnudos y abrazados, con un ligero adormecimiento en su zona pélvica, pero inclusive ese “dolor” lo hacía feliz. Craig lo hacía inmensamente feliz.-Buenos días—dijo Marcus como tomas las mañanas.-Buenos días—le respondió Craig apretándolo más a sí mismo. Lo único malo de sus mañanas, era cuando Craig terminaba por levantarse para ir a correr. Pero cuando volvía, lo despertaba con un sinfín de besos por toda su cara. Y si se daba la ocasión de que Craig llegara cuando Marcus tomaba un baño, simplemente se le unía y le daba el mejor mañanero de su vida. Lo curioso, es que Marcus siempre pensaba en ese término, no importaba cuantas mañanas sucediera.Pero ese día en especial, había algo diferente. Mientras Marcus tomaba su b
Un mes.Un mes desde que Craig se había ido.¿Cuánto tiempo más tendría Marcus que esperar para que Craig regresara? Su cuerpo ya no lo soportaba, se celo había pasado hace una semana y se sintió como el mismísimo infierno sin él.Ya era el fin de otro día, el entrenamiento había llegado a su fin. Sus compañeros lo habían invitado a cenar pero él seguía sin poder probar bocado. Era el colmo.-¿A dónde vas? Conocía esa voz demandante. No tenía ganas de discutir con Eric, ni siquiera volteó a verlo cuando pasó por delante de él. Escuchaba sus pasos siguiéndolo así que aumentó la velocidad hasta que vio un carro estacionado al frente de las oficinas de la base. Se notaba que era un auto lujoso, pero no recordaba haberlo visto.Y si… ¿Y si era Craig?Comenzó a correr en dirección a ese lugar hasta que diviso a tres personas. Los conocía: eran Eliza, Garret y Ann.¿Qué estaba haciendo ella ahí?-Déjame pasar. ¡Quiero hablar con Craig!—gritó desesperada.-Ya te dije
Hace dos semanas que los alfas habían abandonado la base para someterse a una serie de experimentos que determinarían que es lo que pasaba con ellos. Craig, Takeo y Aiden se preguntaban cuando terminarían para volver.Los tres extrañaban a sus respectivas parejas y deseaban con el alma estar de vuelta.Les habían asignado una habitación en donde la mayor parte del tiempo reinaba el silencio. Ninguno tenía nada que contar ya que pasaban todo el día juntos, pero cuando decidían hablar, los mismo nombres salían de sus labios.-¿Qué creen que estén haciendo ahora?—preguntó Aiden.-Son las diez de la noche, así que supongo que estarán dormidos—respondió Takeo. -No—contradijo Craig—Estoy seguro de que Marcus sigue despierto.No necesitaba verlo para saber cómo se sentía. Sabía perfectamente que si él no podía dormir, Marcus tampoco podría. -Estoy seguro de que Owen está durmiendo—comentó Takeo—Probablemente lo que no haga sea comer. Por alguna razón, cuando esta triste o enojado no puede
Marcus.Craig intentó matarme.Estaba acostado en una de las camas de la enfermería y era lo único en lo que podía pensar. El dolor en mi abdomen me lo recordaba en todo momento.-Jamás había visto a un omega curarse tan rápido—dijo Eliza cuando terminó de vendarme.Aunque su voz intentaba sonar entusiasta a mí no me importaba mucho eso. La imagen de Craig seguía en mi cabeza y sin querer despertaba un miedo en todo mi ser que jamás creí que sería posible.-Marcus, sabes que no fue su culpa.Sabía que Eliza tenía razón, en el fondo de mi corazón lo sabía. Pero solo lograba hacer todo más confuso. -Está afuera en este momento—continuo—A estado ahí todo este rato. ¿Quieres que lo haga pasar?Quise gritarle que sí, pero no fui capaz de pronunciar palabra. Solo evité mirarla y después de ver mi reacción ella continuo revisando a los demás heridos.En el momento en que ella salió, Eric apareció.Me miraba con preocupación y parecía dudar en acercarse a mí.-¿Cómo estás?—preguntó.-¿Qué ha
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