NaiaEl tiempo en Grecia se ha vuelto algo difuso, una amalgama de cielos dorados, el olor a salitre y el sonido rítmico de las olas rompiendo contra el acantilado. No sé exactamente cuántas semanas han pasado desde que aterrizamos en este paraíso privado, huyendo de las sombras de Moscú y del eco de la muerte. Lo único que sé es que, de alguna manera, he vuelto a respirar.Mi avance ha sido lento, doloroso y, por momentos, frustrante los primeros días fueron un vacío absoluto, un desierto de silencio donde las palabras simplemente se negaban a formarse en mi garganta pero Artem... él ha sido una presencia constante y desconcertante. El hombre frío, autoritario e implacable que conocí en el club y en el penthouse parece haberse quedado atrás, o al menos, ha guardado esa faceta en algún lugar donde yo no pueda verla. Desde que llegamos a esta villa, ha sido diferente ha sido un hombre de paciencia infinita, de gestos suaves y de silencios compartidos que no exigen nada a cambio.
Ler mais