Tras el hackeo de la red interna de la mansión, cada empleado, cada guardia y cada sombra en los pasillos era un sospechoso.Iván sabía que no podían permitirse ni un solo error de cálculo, con la información del contrato comprometida, la única defensa que les quedaba era que la farsa fuera tan convincente, tan absoluta, que cualquier filtración pareciera un intento desesperado de difamación por parte de sus enemigos.— Faltan cinco días para la audiencia — declaró Iván a la mañana siguiente. Estaban en el comedor, desayunando bajo la mirada atenta del mayordomo y dos mucamas — A partir de este momento, no hay tregua, debemos sobreactuar. Si estamos en esta casa, estamos enamorados. Si nos miramos, es con deseo. Si nos tocamos, es con devoción. Los muros tienen oídos y, posiblemente, ojos…Alma asintió, sintiendo el peso de la nueva orden, ya no era solo fingir para la prensa, era vivir una mentira las veinticuatro horas del día.El entrenamiento comenzó esa tarde en el solárium.Iván
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