El trayecto de regreso desde el tribunal fue un túnel de silencio tenso. Iván mantenía la mirada fija en el asfalto, mientras su mano, casi de forma inconsciente, seguía sujetando la de Alma. La revelación de Henry sobre el tercer jugador en la sombra —alguien más allá de Lina— flotaba en el aire como una sentencia de muerte suspendida.Al aproximarse a la entrada de la mansión, el panorama era abrumador. Una muralla de cámaras, micrófonos y luces de televisión bloqueaba el acceso, la noticia del padre aparecido de Alma y el ultimátum de la jueza ya corría por las redacciones de Miami.— Iván, escúchame bien — dijo Henry desde el asiento del copiloto, girándose para mirarlos — La jueza Davis lee los periódicos, si entramos como si estuviéramos en un funeral, Lina ganará la guerra de la opinión pública, necesitan darles algo, bajen la guardia. Muestra que no te importa su origen, que la amas a pesar de todo lo que ese miserable de Ricardo dijo hoy, un hombre enamorado es, por definició
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