Iván Lockwood irrumpió en la mansión de los Daniels con los nervios al límite.. el ultimátum de la jueza y la sombra de Lina lo perseguían como una sentencia. Entró junto a Henry Daniels, su abogado, y lo primero que escuchó fue un grito que le heló la sangre.— ¡Papá!Kira corrió hacia él desde la penumbra del jardín, estaba cubierta de tierra, con el vestido blanco destrozado, y, tras ella, surgió una figura que Iván reconoció al instante, la mujer del café, Alma Reyes. Lucía como si hubiera sobrevivido a una guerra, con el vestido rasgado y la mirada desencajada.Iván alzó a su hija, revisándola frenéticamente, y al confirmar que estaba ilesa, su alivio se transformó en una furia paranoica. En su mundo, nada era casualidad.— ¡Tú! —rugió Iván, señalando a Alma— ¿Qué haces aquí? ¿Cómo te atreves a tocar a mi hija?Alma se detuvo, temblando por la adrenalina y el cansancio, y aAntes de que pudiera articular palabra, Iván la acorraló con una mirada asesina.— ¿Cuánto te pagó Lina par
Leer más