JulietteSeth me tomó de la muñeca y, sin esperar respuesta, me arrastró con él. Sus dedos ardían sobre mi piel. Me llevó hacia una puerta discreta camuflada en los paneles de madera de la oficina. La abrió de un empujón y me metió dentro.Era un baño privado. Pequeño, lujoso, un espacio íntimo, casi claustrofóbico.Seth entró detrás de mí y cerró la puerta. Estábamos encerrados. Solos.—Límpialo —ordenó, soltándome la mano.Me froté la piel donde sus dedos habían dejado una marca invisible de calor. Lo miré, y por un segundo, mi cerebro se desconectó.Estaba espectacularmente arruinado. La camisa blanca, empapada por mi "accidente", se había vuelto translúcida. Se adhería a su torso como una segunda piel, delineando cada músculo de su abdomen, cada curva de sus pectorales.Se veía peligroso. Y condenadamente excitante.—No soy tu jodida sirvienta, Seth.—Eres lo que diga que eres hasta que se termine nuestro trato, Juliette.Cuando no lo contradije, una sonrisa lenta y depredadora c
Leer más