La galería Qasr Al-Fan no era un lugar ruidoso.Era un templo de silencio y luz.Muros blancos. Suelos de hormigón pulido. Obras de arte que colgaban en el vacío como pensamientos suspendidos.Caminé sola.Sera me había dado la dirección, pero no me acompañó."Layla no confía en nadie que hable alto," me había dicho. "Ve tú. Eres arquitecta. Entiendes el lenguaje de las formas."Vi a una mujer al fondo de la sala principal.Estaba de espaldas, observando una escultura de caligrafía árabe moderna.Llevaba una abaya negra.Pero no era una prenda cualquiera. La seda caía con una fluidez líquida. Los bordados en los puños eran de hilo de plata, tan sutiles que solo brillaban si te acercabas mucho.Layla Amara Al-Qasimi.La realeza social de Dubái.Me acerqué. Mis tacones resonaron suavemente, rompiendo la paz sagrada del lugar.Ella no se giró hasta que estuve a tres pasos.—La simetría es engañosa —dijo.Su voz era baja. Suave. Como el roce de la arena.Se giró.Su rostro era hermoso de
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