(Catalina POV)
El coche de Sera no era un deportivo llamativo.
Era un sedán negro. Blindado. Discreto.
Conducíamos hacia las afueras de Dubái.
Lejos de los rascacielos. Lejos del brillo artificial de la Marina.
El paisaje cambiaba. Arena. Casas bajas. Silencio.
—¿A dónde vamos? —pregunté.
—Al exilio —dijo Sera sin apartar la vista de la carretera.
Llevaba gafas de sol oscuras, aunque el cielo estaba nublado.
—Ella no vive en la ciudad. Khalid se aseguró de eso. La desterró socialmente antes de desterrarla físicamente.
Mi estómago se contrajo.
Llegamos a una villa antigua en Al Awir.
No era una ruina, pero se sentía abandonada.
El jardín estaba descuidado. Las buganvillas crecían salvajes, trepando por los muros como si quisieran asfixiar la casa.
Sera apagó el motor.
—Prepárate, Catalina. Lo que vas a ver... no es fácil.
Bajamos del coche.
El calor aquí era diferente. Seco. Polvoriento.
Sera tocó el timbre. Una vez. Dos veces.
La puerta de madera pesada se abrió con un chirrido.
Y apa