Regresé al penthouse con el corazón en la garganta.
Mis manos aún sentían el frío de las manos de Vivienne.
Pero mi mente estaba en llamas.
Tenía una misión. Tenía aliadas.
Entré en el salón.
Khalid estaba allí.
Sentado en el sofá de cuero blanco.
Con una copa de whisky en la mano.
No me miró cuando entré.
—¿Te divertiste? —preguntó.
Su voz era tranquila. Demasiado tranquila.
Me detuve en seco.
—Solo salí a dar una vuelta, Khalid. Necesitaba aire.
Él giró la copa. El hielo tintineó.
—Curioso —dijo—. Porque recibí una llamada interesante hace media hora.
Me quedé helada.
Mi sangre se detuvo.
¿El guardia de seguridad de The Smoke Room? ¿Algún vecino de Vivienne en Al Awir?
—Alguien me dijo que estuviste hablando con Seraphina Benedetti —dijo Khalid.
Se giró lentamente hacia mí.
Sus ojos eran dos cuchillos negros.
—Mi ex prometida. La mujer que, según tú, te miraba raro en la galería.
Sentí que el suelo se abría bajo mis pies.
Nadie nos había visto.
Nadie excepto... Sera.
Sera conducía e